Daniel Ortega inició ayer su tercer mandato con hegemonía parlamentaria y el desafío de atacar la miseria. Ortega es el primer presidente reelecto desde el triunfo de la Revolución Sandinista, que en 1979 derrocó la dictadura de los Somoza.

Ortega inicia su segundo mandato consecutivo en presencia de casi todos los mandatarios centroamericanos y de estrechos aliados como el iraní, Mahmud Ahmadinejad, y el venezolano, Hugo Chávez, quien seguirá ayudando a Nicaragua con unos 500 millones de dólares anuales, una ayuda clave para un país arruinado por guerras civiles, desastres naturales y corrupción y donde el 45% de sus habitantes es pobre.

El ex guerrillero cuenta con dos tercios de los escaños de la Asamblea Nacional, suficientes para realizar sin necesidad de alianzas una reforma constitucional, algo que la oposición denuncia pero el sandinismo descarta.

Inmune a las acusaciones, el presidente reelecto y su vicepresidente, el ex jefe del Ejército Omar Halleslevens, recibieron el lunes sus credenciales en la sede del Consejo Supremo Electoral, en presencia de miles de jóvenes sandinistas. «Este es un triunfo del pueblo, un triunfo de todos los nicaragüenses. Tenemos que cuidarlo y tenemos que fortalecer esta victoria», afirmó Ortega.