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Katu Arkonada y Alejandra Santillana Investigador social y socióloga

Izquierda y poder constituyente

Puede devenir la izquierda en un poder constituyente? Con esta pregunta a modo de provocación para el debate comienza la ultima publicación de Toni Negri y Michael Hardt, titulada «La constitución de lo común y las razones de la izquierda». Estas líneas pretenden ser una reflexión que aporte al debate generado a raíz del artículo de Negri y Hardt. Reflexión escrita desde nuestra ubicación como militantes de una izquierda en el Sur (Ecuador) y en la periferia del Norte (Euskal Herria) que en cualquier caso se construye, articula y organiza desde una posición distinta y antagónica al Norte geopolítico, incluida la izquierda surgida de ese Norte.

¿Qué ha sido la izquierda? La necesidad de definir qué es la izquierda es una urgencia de un Norte donde la izquierda accedió a los derechos de un estado de bienestar que ahora se desmorona, pero el debate no radica únicamente en la crisis de ese estado de bienestar y el alcance de la igualdad y la libertad como horizonte articulado a una nueva izquierda. Consideramos que la discusión se enriquecería con reflexiones sobre la crisis ecológica y civilizatoria que vive el planeta, el papel de las economías emergentes, la división internacional del trabajo, tanto sexual como racial, la migración y la configuración de procesos constituyentes y en camino de constitución en América Latina.

La articulación entre reflexiones sobre lo político, el sistema y sus poderes, y planteamientos sobre el funcionamiento del sistema de explotación y opresión, se convierte en determinante para un análisis que se pretende construir desde la izquierda y para la izquierda. La separación total de estos como campos solo es posible en la ilusión burguesa de interpretación del mundo y la historia. Las reflexiones desde la izquierda nos exigen la combinación de planteamientos de múltiples sistemas de opresión, dominación y explotación en donde la clase no es la única condición objetiva.

Tampoco coincidimos con los análisis sobre la «revolución española» del 15M, en cuanto a catalizador de la crisis de representación para experimentar nuevas formas de expresión democrática. Deberíamos preguntarnos qué es exactamente lo que ha construido el movimiento en lo político, qué tipo de alternativa ha perfilado al menos como camino posible para la transformación de la sociedad española o europea. Pensamos que el debate del poder constituyente y la izquierda como fuerza potencialmente transformadora y creativa, debe estar anclado a una discusión sobre la configuración de la hegemonía, del movimiento de la política en la construcción de poder.

Puede devenir la izquierda en un poder constituyente? Para que la izquierda pueda devenir en un poder constituyente, proponemos mirar al Sur y las propuestas que sus pueblos vienen trabajando desde hace 20 años. La periferia y el Sur del mundo son espacios en donde la producción de la política implica el surgimiento de propuestas que sin pretender ser universalizables, sí constituyen espacios de creatividad y emancipación para el mundo, entre los que podemos destacar el Buen Vivir y la necesidad de un proceso de descolonización y despatriarcalización del estado. Es necesario recoger, analizar y visibilizar la producción teórica y política del Sur e incorporar los aprendizajes y debates que el Sur ha tenido y está teniendo sobre cómo avanzar hacia una transformación estructural.

Es importante la pregunta de cómo avanzar hacia la organización de una resistencia permanente y la expresión del poder constituyente, y para ello es necesaria una mayor comprensión de la crisis que vivimos, otorgándole especial atención a la crisis ecológica del planeta, pero sin olvidarnos de las crisis financiera, energética o alimentaria. La crisis estructural que sufrimos está basada en que para existir, el capitalismo necesita de colonias, externalidades y exterioridades, división del trabajo, división sexual y división racial, y solo así puede reproducirse. Solo a partir de este análisis podríamos pensar con claridad qué necesitamos hoy en día para hacer frente al capitalismo desde la izquierda.

Izquierda que pensamos hoy en día como el espacio político de transformación de toda opresión, dominación y explotación, que combate por lo tanto capitalismo, imperialismo, colonialidad (del poder, del saber y del ser) y patriarcado y que además ahora se enfrenta al enorme reto de construir otra relación con la naturaleza. Pero la izquierda no es solo resistencia y crítica, sino posibilidad de poder, es decir, de transformación integral.

Pasar, por tanto, de la resistencia a la propuesta solo podemos hacerlo pensando el poder en una izquierda que deviene poder constituyente. Poder y contrapoder deben ser para nosotras y nosotros dos caras de una misma moneda, dentro de una apuesta clara de organización política para el avance en la construcción de otro mundo en el que le demos al poder un uso contrahegemónico. Y ahí es donde la forma multitud no nos sirve, pues no logra definir un proyecto político para transformar el poder y configurarse en hegemonía. Estamos de acuerdo en que la izquierda debe preguntarse cómo construir históricamente una fuerza creativa, transformadora y liberadora, una fuerza propia del poder constituyente, pero la gran tarea de la izquierda hoy en día es que ese poder constituyente se convierta en una base articulada a la construcción de un proyecto histórico, con capacidad de volverse sentido común. Negri y Hardt proponen la multitud como el espacio donde esta fuerza creativa, donde esa relación constituyente es potencialidad. Sin embargo, es justamente la pregunta sobre cómo ser proyecto histórico la que no se resuelve con la multitud.

Necesitamos crear nuevas formas de organización política a partir de las ya existentes, partidos, sindicatos, movimientos sociales y otros colectivos, para generar rupturas, sino revolucionarias, si al menos que provoquen transiciones bajo otro horizonte que, en nuestra apuesta, se llama socialismo. Si queremos ser poder, y más aún poder constituyente, necesitamos articular en una nueva forma histórica el poder constituyente con la configuración de hegemonía, para lograr la resolución de la crisis estructural que vivimos de una forma más favorable a nuestros intereses, los intereses de las clases populares, de una nueva izquierda internacionalista.

El poder constituyente que necesitamos solo puede construirse a partir de un núcleo más politizado que consolida un proyecto de Estado (entendido como una relación histórica) y de sociedad irradiando y generando un sentido común en el resto de la sociedad. Expandiéndose, configurándose como sentido común, preguntándose cómo ser proyecto político y al mismo tiempo proceso constituyente, cómo mantener el núcleo innegociable y al mismo tiempo ser proyecto flexible que integra y se reinventa. Y todo ello hay que construirlo desde la base, desde una realidad social, política y cultural donde cada vez hay menos referentes de lucha. El proyecto político de este sujeto constituyente debe hacerse en el momento de mayor despolitización de los últimos años, con una mayoría social que sufre las consecuencias de la crisis estructural en la que siempre pagan los mismos, las clases populares y los sectores subalternos. Hay, por tanto, que bajarse del pedestal, enfangarse y proponer nuevos esquemas de lucha y organización para enfrentar este momento histórico.

Pensamos entonces en una transición larga, donde podamos imaginar otras lógicas de reproducción liberadoras y no basadas en lógicas de acumulación capitalista. De ahí la importancia en un primer momento de configurar un nuevo proyecto político a partir de un debate sobre el poder, el estado, la soberanía, las clases sociales y la construcción de hegemonía. En un segundo momento, este debate debería traducirse en un programa, una estrategia y una agenda, tres elementos claves que necesita la izquierda para convertirse en poder constituyente.

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