Amparo LASHERAS Periodista
El móvil que interrumpió a Mahler
Graham Bell patentó el teléfono un 14 de enero de 1876. Desde entonces ha transcurrido el tiempo y los teléfonos de manivela en los que la conversación podía ser escuchada por una operadora se han convertido en prehistoria de un invento que revolucionó la comunicación y hoy pregona nuestra vida con menos discreción que cualquier telefonista chismosa. La cita a Bell tiene su porqué en la noticia que ayer saltó a los medios y que retrata la incontinencia sonora de esos aparatitos de tecnología avanzada, imprescindibles en la sustanciosa cuenta de resultados de las grandes compañías telefónicas. Según cuentan, el director de la Filarmónica de Nueva York cortó la interpretación de la Novena Sinfonía de Mahler para bajar al patio de butacas y exigir a un espectador que apagase su iPhone. En 170 años de historia era la primera vez que la Filarmónica interrumpía un concierto y también la primera que se interceptaba la obra de Mahler con el sonido de la marimba, instrumento guatemalteco que en los 80 sedujo al cantante Tom Waits. Dejando a un lado las anécdotas, lo cierto es que el móvil ha perdido el respeto a Mahler y al pudor de la conversación privada. El espacio público es ahora una inmensa cabina telefónica, en la que se desmenuza la vida y se puede escuchar desde un saludo amistoso hasta una riña familiar, pasando por un llanto de ruptura, el ultimátum de algo, una cita o el «dónde estás», «cuándo vienes», «no tardes» y «ahora llego» que además de banalizar el control cotidiano, resulta carísimo y queda grabado en otra sofisticada tecnología, para que si un día nos hartamos y nos portamos mal los que mandan conozcan nuestra vida de pe a pa.