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ANÁLISIS | VI ASAMBLEA GENERAL DEL PNV

El PNV se prepara para afrontar un tiempo desconocido

El PNV celebra entre hoy y mañana su VI Asamblea General, en la que tratará de adaptarse a un tiempo desconocido en el que ETA ya no actúa, el partido ha perdido poder institucional, ha cambiado sus equilibrios internos y afronta una legislatura con mayoría absoluta del PP.

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Iñaki IRIONDO

Durante el día de hoy el PNV culminará su trabajo teórico y organizativo de adaptación a un tiempo que le resulta desconocido por muchos factores. Por la mañana, en una sala del BEC de Barakaldo, 700 representantes de las 256 organizaciones municipales debatirán las enmiendas y aprobarán los documentos estratégicos «Euskadi, Nación Europea» (base programática) y «Trabajando el mañana» (iniciativas socio-económicas). También dará el último visto bueno a la reforma de sus estatutos. Por la tarde elegirán a los ocho miembros del EBB, a quienes sólo podrán votar, de acuerdo con el mandato recibido, los 71 miembros de la Asamblea Nacional.

Para el domingo queda la parte más propagandística. A las 10.00 se procederá a la elección de Iñigo Urkullu, único candidato, como presidente del EBB y para las 11.30 se ha programado un gran acto de «toma de posesión» en el que esperan reunir a más de 5.000 personas.

Mucho han cambiado las cosas desde que Iñigo Urkullu estrenara su primer mandato el 7 de diciembre de 2007 como fruto de un acuerdo interno que pretendía salvar el riesgo de fractura al que llevó Josu Jon Imaz al partido. No sólo se le ha emblanquecido el pelo al presidente del EBB, sino que el mapa del país y el del propio PNV se ha transformado radicalmente. Llegó con ETA plenamente activa tras la ruptura del último proceso negociador (de hecho acababa de matar a dos guardias civiles en Capbreton), con el PNV gobernando buena parte de las principales instituciones de Araba, Bizkaia y Gipuzkoa, con la izquierda abertzale condenada al ostracismo, con la apuesta de la consulta de Ibarretxe sobre la mesa y con el PSOE de José Luis Rodríguez Zapatero instalado en La Moncloa.

Después de cuatro años, hay quien destaca que afronta su segundo mandato después de haber obtenido tres victorias electorales consecutivas. Es una forma de ver las cosas. Otra, igual de realista, es decir que después de la primera victoria electoral el PNV perdió Lehendakaritza; que tras la segunda perdió la Diputación de Araba, la Diputación de Gipuzkoa, casi todos los ayuntamientos de este territorio y muchos de Bizkaia; y que tras la tercera perdió un diputado en Madrid y quedó por detrás de Amaiur en número de escaños. Es decir, que el PNV tiene hoy la menor cuota de poder institucional que ha gestionado desde 1979.

El PNV concentra su poder externo en Bizkaia y eso se va a traducir también en sus equilibrios internos. Tras las elecciones municipales y forales, buena parte de las críticas por los resultados se dirigieron a Gipuzkoa y, de rebote, también a Araba, cuyas territoriales están dirigidas (acéptese la simplificación) por el «sector Egibar». En Gipuzkoa el PNV mejoró numéricamente sus resultados anteriores, pero se vio barrido por el tsunami Bildu y perdió la mayoría de las instituciones, muchas de las cuales había obtenido anteriormente por la ilegalización de la izquierda abertzale.

Tras las elecciones a Cortes españolas, el «sector Urkullu» pasó de inducir críticas a verbalizarlas directamente. El propio presidente del EBB señaló a los dirigentes guipuzcoanos por recurrir en exceso a «la épica» y «la cuestión identitaria» y por haber «desdibujado» lo que bautizó como el «modelo PNV».

Iñigo Urkullu llegó a la presidencia del EBB como candidato de consenso, para evitar mayores fracturas en el partido, y con un acuerdo de equilibrios internos que dibujaban una dirección con nueve miembros de una de las «almas» y cinco de la otra. Pero esos equilibrios van a cambiar ahora.

Los casos de supuesta corrupción que los tribunales investigan en Araba y los resultados electorales han generado una reacción interna en este territorio que ha llevado a que el sector crítico con la gestión de Iñaki Gerenabarrena haya conseguido que dos personas afines al «sector Urkullu» sean las elegidas para el EBB. Y los movimientos de Gipuzkoa para tratar de ayudar a sus afines alaveses le han dejado de momento con un único candidato para la dirección nacional.

Aunque todavía hay campo abierto para negociaciones y acuerdos durante la jornada de hoy, si el reparto salido de las votaciones se mantiene, se romperá la tradición no escrita de que el EBB esté compuesto por cinco vizcainos, dos guipuzcoanos y un alavés, además de los presidentes de las cinco territoriales. Pero el cambio que se ha dado en Araba trastoca la correlación de fuerzas entre sectores, lo que puede verse agravado cuando en primavera se renueven las direcciones de cada herrialde.

Como puede leerse en su ponencia, «la prioridad» del PNV ahora es «recuperar el liderazgo institucional» en la CAV. Y para ello intentará a partir de hoy fijar «un perfil claramente propio, reconocible por la sociedad vasca». En el que no solamente se identifique el valor de la «gestión» o de la competencia técnica, sino también su visión propia del autogobierno y de «la construcción nacional y social de Euskadi».

Esto es lo que Urkullu vino a resumir en el concepto «modelo PNV», que contrapuso al desarrollado por el partido en Gipuzkoa. Y una de las tareas que tendrán los jeltzales después de la Asamblea General será elegir a la persona que la ciudadanía pueda identificar con ese modelo. Volver a Ajuria Enea pasa por elegir un buen candidato a lehendakari. Y habrá de ser alguien que no obligue a Urkullu a «tener que hacer» muchos días «actos de fe para que sigamos unidos y tengamos una cohesión mínima», como le ocurría con Juan José Ibarretxe, según le contó a la periodista María Antonia Iglesias, que lo grabó y dejó escrito en un libro.

Lo más probable es que el candidato o candidata a lehendakari sea de ese ala vizcaina que ha sabido mantener el poder. Pero en esta ocasión el PNV tiene un contrincante de peso en el ámbito abertzale. Y a la hora de elegir a esa persona tendrá primero que determinar si su opción será tratar de vencer al independentismo de izquierdas compitiendo con él desde el soberanismo, o si prefiere tratar de sumar a electores que en otras ocasiones hayan votado al PP o al PSE.

Estas y muchas otras cosas comenzarán a aclararse a partir de hoy, para cuatro años en los que el PNV espera poner las bases que permitan pasar de «la lege zaharra a la lege berria» y lograr que en 2015 -fecha fijada en la ponencia- se dé el salto a un nuevo estatus de «pacto entre iguales» con España.

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