Tras un Torneo Bizkaia dentro del cinco y medio marcado por la igualdad y la emoción, la reanudación del Parejas ha supuesto darse de bruces con la realidad de que el Parejas es un campeonato que se juega a dos velocidades, a la que transitan las dos parejas más fuertes, y otra inferior, en la que todas las demás tratan de seguir su rebufo. Con la mejoría mostrada por Oinatz Bengoetxea en su última comparecencia, había cierto interés en conocer si el de Leitza y Alexis Apraiz podrían poner en apuros a los favoritos para la cátedra, pero Olaizola II-Beroiz se encargaron de restarle cualquier tipo de emoción o duda a su compromiso de ayer con un contundente 13-0 de inicio, que convirtió el partido en una batalla desigual, muy desigual.

En un campeonato tan largo, más aún cuando se disputa con una herramienta tan sensible como las manos, cualquier cosa puede pasar y estar hoy en día a un nivel como el que atraviesa la pareja referencia de Asegarce no asegura nada, pero el Parejas parece encaminado a parecerse en exceso a la Liga española de fútbol, la griega de baloncesto o a cualquier competición de esas en la que los dos equipos más poderosos se disputan el título y el resto afrontan sus partidos ante estos con la mentalidad de no recibir una derrota demasiado deshonrosa.

Cerca de la perfección

Tenía bastante claro Oinatz Bengoetxea que sus opciones de victoria pasaban por tratar de enredar el juego adelante, pero bastante tuvo el de Leitza en aguantar el chaparrón y manejar la impotencia ante el aluvión de juego en un comienzo de partido que rayó la perfección por parte de sus rivales.

Normalmente, para asistir a parciales tan contundentes, suelen tener que coincidir momentos brillantes de un lado con bajísimos del otro, pero poco hay para echarles en cara -sí que hubo algún error pero nada destacado- a Bengoetxea y Apraiz.

Simplemente, sus rivales rozaron la perfección. Además de su sobriedad, su seguridad y su capacidad de cubrir huecos, Mikel Beroiz retrasó la pelota como el mejor pegador y tuvo a Apraiz donde más sufre, pegado en la pared izquierda, y un Aimar Olaizola en estado de gracia no tuvo piedad.

En un visto y no visto, sin mostrar ninguna debilidad por donde meterles mano, el delantero de Goizueta y el zaguero de Uharte se pusieron 13-0 y decantaron el partido a su favor.

Por eso aplaudió a rabiar el público el gancho con el que Aimar casi rompió la chapa -sus tres errores en el partido fueron al mismo lugar- en el 13-1. La gente quería algo más de disputa, Bengoetxea y Apraiz le pusieron todo su empeño, pero salvo que sus rivales gripen el motor, van a otra velocidad.