Los dos principales sindicatos nigerianos pusieron fin ayer a la huelga general después de que el Gobierno anunciase una rebaja del precio del carburante.

Mientras tanto, las fuerzas de seguridad realizaron disparos de advertencia y lanzaron gases lacrimógenos a los manifestantes para dispersar las protestas realizadas en Lagos, vigiladas desde la mañana por fuertes medidas de seguridad y tanques militares en zonas estratégicas.

Por primera vez desde el 9 de enero, fecha en la que comenzó la huelga, el Gobierno envió a soldados armados para neutralizar las protestas. Los accesos a los principales eventos fueron prohibidos, aunque la multitud trató de reagruparse en otras zonas.

Los sindicatos pidieron que no continúen las manifestaciones para poder negociar con el Gobierno y evitar los conflictos violentos. Pero otros grupos involucrados en el movimiento se comprometieron a continuar con las protestas.

Tras las negociaciones fallidas del fin de semana, ayer el presidente nigeriano Goodluck Jonathan anunció la rebaja del precio del carburante de 141 nairas (0,9 dólares) a 97 nairas (0,6 dólares), que antes costaba 65 nairas (0,40 dólares), por los «apuros que están pasando los nigerianos».

Aunque, a pesar de la rebaja, Jonathan declaró que «el Gobierno proseguirá con la plena liberación del sector petrolero».

El Congreso del Trabajador de Nigeria (NLC) y el Congreso de Sindicatos (TUC), los dos sindicatos que convocaron la huelga, anunciaron con la lectura de un comunicado la suspensión de la huelga general indefinida que comenzó el pasado lunes y causó la muerte de unas 15 personas durante las protestas.

Esta huelga general ha aumentado la crispación en el país, sacudida en las últimas semanas por los violentos conflictos religiosos entre musulmanes y cristianos, que han causado cientos de muertos.