Josu MONTERO Escritor y crítico
Todo Shakespeare
Clásico es aquel texto que permite múltiples, tal vez infinitas, lecturas; y que por lo tanto resulta siempre moderno, perennemente contemporáneo, inagotable. Pero me pregunto hasta qué punto influirá el omnímodo poder de lo establecido, de lo impuesto por la fuerza de la costumbre, de lo dictaminado de forma incuestionable por los profesionales del saber. Durante los 52 años de su vida Shakespeare firmó 37 dramas. Como era habitual muchas de estas obras ni tan siquiera eran originales, nacían de historias y argumentos preexistentes. Estos dramas rebosan violencia gratuita, crueldad, sangre, o tiernos amores imposibles, porque era eso lo que le volvía loco al público que abarrotaba The Globe. «Es el mejor escritor de todos los tiempos, incluso cuando no puedes entender cada una de sus palabras, siempre puedes seguirlo a través de las emociones», afirma el responsable del festival Globe to Globe, que la próxima primavera congregará en Londres, en la moderna réplica del antiguo teatro, a 37 compañías de 37 países para llevar a escena las 37 obras del clásico por excelencia. La singularidad y la actualidad de las nuevas versiones están aseguradas: un «Mercader de Venecia» hebreo y un «Ricardo II» palestino; algunas de las obras más belicosas correrán a cargo de compañías de países balcánicos; una compañía afgana se ocupará de «La Comedia de los Errores»; ¡un grupo de Sudan del Sur representará «Cimbelino»! Recuerdo las palabras de Calibán, el salvaje esclavizado por el cultivado y noble Próspero en la isla fantástica de «La Tempestad», su última obra: «Me habéis enseñado a hablar, y el provecho que me ha reportado es saber cómo maldecir. ¡Que caiga sobre vosotros la roja peste, por haberme inculcado vuestro lenguaje!».