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Álbumes ilustrados: filtros literarios y valientes para explicar la muerte a niñas y niños

Cuando con la desaparición de un ser querido un niño tiene por primera vez contacto con la muerte, surgen en su interior una avalancha de dudas y miedos. Responder a ello no es sencillo y el álbum ilustrado puede ser una gran herramienta. Preguntándose cómo abordan el tema estas obras infantiles, el profesor Txabi Arnal ha realizado una tesis con 57 cuentos sobre la mesa.

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Oihane LARRETXEA I

Txabi Arnal perdió a su abuelo Emilio cuando apenas tenía diez años. Falleció en casa, sin aviso previo, después de que se acostara para dormir su siestecita de todas las tardes, y no despertó. Al regresar de la escuela, se encontró con aquella desagradable sorpresa. Cuando su madre le contó lo ocurrido se echó a llorar; no necesitaba más explicaciones porque sabía de sobra que lo sucedido al abuelo era para siempre. Su madre le preguntó entonces: «¿Quieres verle?». El pequeño Txabi dijo que sí.

Una de sus tías aconsejó a la madre que diera marcha atrás, pero ésta no le hizo caso porque, a su juicio, era su nieto y, como tal, tenía todo el derecho del mundo a despedirse del fallecido. Hoy, muchos años después, Arnal no deja de agradecer aquella oportunidad que le brindó su madre porque cree que esto le ha ayudado a mantenerse sereno cuando ha tenido que hacer frente a situaciones similares.

Este autor de libros infantiles y profesor de Magisterio de la UPV-EHU en el campus gasteiztarra, Txabi Arnal (Ermua, 1967), se ha valido de este relato tan personal para arrancar su tesis, «El tratamiento de la muerte en el álbum ilustrado infantil. Obras publicadas en castellano», bajo la dirección de Xabier Etxaniz Erle y José Manuel López Gaseni.

La muerte es parte de la vida, natural e ineludible, el último capítulo vital por el que todas y cada una de las personas que habitamos en este planeta vamos a pasar. No obstante, es un tema que en nuestra sociedad resulta incómodo y difícil de afrontar. Hoy en día, para muchos adultos es complicado hablar de ello sin autocensurarse y la situación se enreda cuando un niño pregunta por ello o cuando una niña ha perdido a un ser querido. Entonces vienen las preguntas, las dudas y los miedos lógicos, y en muchas ocasiones faltan las respuestas y explicaciones adecuadas. En este contexto, las ilustraciones de los álbumes han ayudado a introducir el mensaje de una manera más amable, siempre con el objetivo de contar la realidad valiéndose de los recursos literarios, de la riqueza de la fantasía.

Arnal cree que son los adultos quienes han convertido la muerte en un tema casi prohibido, porque por naturaleza ningún asunto lo es. «Los adultos no sabemos qué hacer con la muerte; si no, fíjate cómo nos encontramos al explicarlo -comenta-. Nos escudamos bajo argumentos del tipo: «Son muy pequeños para entender», «No les vayamos a agobiar ahora con este tema»... pero niños y niñas son seres humanos y quieren saber. Hay que darles instrumentos para que, cuando llegue el momento, tengan experiencia previa y sepan de qué va la cosa y no se encuentren tan desamparados como suelen encontrarse».

Recuerda que estudios sicológicos y siquiátricos han corroborado que los niños sabedores de la verdad han elaborado el duelo más fácilmente. «Claro que la muerte de un ser querido es un hecho triste y duro -dice-, pero al igual que los adultos aprenden a darle forma a su nueva vida debido a esa ausencia, sabiendo qué es lo que ocurrió», considera que niñas y niños «son merecedoras de lo mismo».

En total ha analizado 57 álbumes editados entre 1980 y 2008 que proceden de lugares tan diversos como Japón, EEUU, África, Alemania, México o Gran Bretaña. En un principio buscó trabajos publicados en euskara, pero ante la escasez de material existente optó por las obras publicadas en castellano, la mayoría de ellas traducciones.

Desmitificando ideas preconcebidas

Antes de comenzar a desgranar las entrañas de cada álbum, Arnal tenía alguna que otra idea preconcebida, pero durante el transcurso del análisis los datos le fueron sorprendiendo gratamente: «Creía que lo trataban de manera didáctica, pedagógica, ya que cuando un tema es novedoso, incómodo, se tiende a dar prioridad al mensaje. Importa más qué te cuento, que cómo te lo cuento». Con los temas que se consideran transversales como la paz, la ecología o la igualdad entre sexos, el autor cree que abundan los trabajos «panfletarios», es decir, que pierden el valor literario para dar prioridad al mensaje pedagógico.

La primera sorpresa fue, precisamente, que las obras meramente didácticas eran muy pocas. «Es más -resalta-, según avanzaba hacia el presente, este tipo de trabajos tendían a desaparecer. He encontrado verdaderas obras maestras».

El perfil de los protagonistas de estas historias también le ha sorprendido, después de comprobar que era lo contrario de lo que sospechaba, que el 80% de los álbumes son interpretados por seres humanos: «Pensé que los animales tendrían una presencia enorme porque sirven como filtro antes de presentar la muerte de un ser querido. La muerte de la mascota, por ejemplo, les resulta triste, pero tiene otro peso. Me confundí de nuevo».

Asegura que ha desmitificado más de lo que ha corroborado y, por eso, incide en que se ha sentido «sorprendido». Por ejemplo, dentro de los protagonistas fallecidos esperaba «por razones demográficas» que el principal «candidato» fuera el abuelo. Aunque así ha sucedido en muchos de las obras, ha habido espacio para «la valentía» y para «mostrar a los niños la realidad» porque se da el caso de que quien muere es la madre, un fallecimiento de muchísimo peso afectivo. En otros casos quien muere es el propio niño e, incluso, ha registrado una muerte violenta. «Son porcentajes menores, pero son casos que ocurren de verdad», apostilla.

En cuanto al tratamiento de género, Arnal indica que en las obras estudiadas es «equilibradísimo» porque, por ejemplo, se desliga lo femenino de los sentimientos y lo masculino de la acción. Así, los números de niñas y niños dolientes son casi idénticos, con un porcentaje un poco mayor de chicos. Además, un sentimiento tan ligado a la muerte como es el miedo es expresado en más ocasiones por ellos que por ellas.

Si hay un tema que la religión en general, y la cristiana en particular, ha empañado de creencias y mitificaciones, esa es la muerte. Pues bien, el punto de vista de estos 57 libros es laico, lo que le lleva a resaltar que «el peso de las religiones es muy pequeña y son muy pocos los álbumes que se aventuran a hablar del más allá. Sobre lo incierto apenas se habla, y cuando se conjetura acerca de `otra dimensión', no se suele revestir de una ideología o religión concreta».

Tras años de trabajo e investigación, Arnal ha concluido que el «álbum se comporta de manera literaria, lo que es muy importante, pero a su vez lo hace de manera muy valiente al mostrar directamente la muerte a la niña y al niño sin filtros».

Por otro lado, recuerda que los cuentos clásicos como «Cenicienta», «Blancanieves», «La Bella Durmiente» o «Caperucita Roja» también abordan la muerte, aunque dejando siempre «una puerta abierta a la esperanza porque los niños necesitan historias optimistas». Se lamenta de que en la literatura infantil actual parece que «todo es perfecto y que no hay dolor ni sufrimiento». Considera que ocurre otro tanto con la educación: «Me da la sensación de que se cría a los pequeños en el éxito y la alegría, cuando la vida también es fracaso y tristeza».

Nos acordamos de Santa Bárbara...

La tesis pretende ir más allá, puesto que la ha formulado con vistas a que sea una herramienta de trabajo, una especie de guía que aporte recursos, entre otros, al profesorado de los centros escolares. «Nadie puede pensar que podemos explicar la muerte únicamente con la literatura, pero siempre nos servirá de apoyo». Dicho esto, no comprende cómo hoy en día la muerte no ocupa un espacio en el currículum escolar: «Estudiamos la vida, la reproducción, la adolescencia... pero no aparece la muerte de los humanos. Es un tema a resolver».

En este punto, Arnal aborda la importancia de la «prevención», es decir, del valor de tratar los temas previamente a que sucedan. «No nos acordamos de Santa Bárbara hasta que truena, y esperamos a que haya una defunción para ver si hay un libro con soluciones mágicas». «No se trata de eso -matiza-, sino de que estos álbumes compartan las estanterías de manera natural con el resto de libros en las bibliotecas, en las tiendas y en las ikastolas».

Los primeros que «temen» estas obras son los adultos, quienes sienten «un yuyu» cuando van a parar a sus manos. «Además, -dice con énfasis-, si ha muerto el abuelo de `Fulanito' y el adulto llega con el libro, quizá esté metiendo el dedo en la llaga y no sea el momento y haya que esperar. El trabajo habría que hacerse previamente».

 

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