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Iratxe FRESNEDA Periodista y profesora de Comunicación Audiovisual

The artist II


Dreyer, Murnau, Chomon, Vidor, Chaplin, Lang, Vertov... Si vivieran ¿qué pensarían al ver «The Artist»? O mejor aún, ¿qué sería del cine si alguno de estos gigantes del cine (mudo) siguiera en activo? Quien lo sabe. Fui a ver «The Artist» de Michel Hazanavicius y me divertí, disfrute. Salí enamorada de Jean Dujardin, de Bérénice Bejo y hasta del perro (a él le daba yo un Óscar...). Dentro, en la sala, cuando las luces se apagaron temí lo peor, esperaba murmullos, estampidas, pero nada de nada... Esas mismas luces acabaron con el oasis en el que habíamos estado viviendo y el público de la sala aplaudió, con ganas. Mis temores expresados en un anterior artículo quedaron en agua de borrajas, aunque me consuelan los chismosos que confirman y confiesan que no iba tan desencaminada... «The Artist» es una película dulce, salpicada de «homenajes» musicales (me pareció oír parte de la banda sonora de «Vértigo» de Bernard Herrmann...), con una historia de amor, con ritmo (te entran ganas de saltar de tu asiento y bailar con Dujardin)... «The artist» es también una película energizante, con corazón, inocente y zalamera, adornada con secuencias llenas de ternura cinéfila (él sentado en su butaca viendo sus grandes éxitos, añorando tiempos dorados...). Me acordé de «El crepúsculo de los dioses» y de Gloria Swanson haciendo de Norma Desmond, de ella misma, incapaz de asumir la llegada del sonoro, viendo las películas que la convirtieron en una estrella... Me acordé del inicio de «El hombre de la cámara»... Con «The Artist» viví el cine dentro del cine, vi a Vertov, a Murnau, a Chaplin, pensé que alguien había convocado a sus fantasmas, que el cine seguía vivo, que continuaba respirando apoyándose en el recuerdo de sus pioneros.

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