Intensidad, frenesí y velocidad. Estas son las certezas del Real Madrid-Athletic. El resto será incertidumbre. La ausencia-presencia de Pepe tras el pisotón a Messi; la recuperación anímica después del nuevo socavón a manos del Barça; el grado de ansiedad de Cristiano Ronaldo, capaz de lo mejor, pero también de lo opuesto; e incluso el planteamiento táctico que presente Mourinho... Estas son las incertidumbres.

Vayamos a las certezas. El Athletic ya ha mostrado el rostro que pretendía Bielsa. Con sus contradicciones y las sabidas rectificaciones después de un inicio desconcertante, en especial para sus futbolistas. Hoy, todos saben a qué atenerse y qué espera el técnico de ellos. Intensidad, posición, coberturas y, por encima de todo, saltar sobre el rival que conduce el balón para arrebatárselo y galopar hacia la meta contraria.

Bielsa ha plantado un enjambre de mariposas en mitad del campo que vuelan durante hora y media, inasequibles al desaliento. Como si jugaran con bombonas de oxígeno incorporadas. Equipo indesmayable, capaz de aguantarle el pulso a un Barça inmenso. Equipo agotador, capaz de sepultar al rival a base de carreras arriba y abajo. También equipo contradictorio y algo alocado, con la debilidad en esos marcajes casi individuales que rechinarían en otros conjuntos y otros técnicos.

El Madrid posee certezas equivalentes. Su pegada legendaria, la velocidad de sus jinetes de arriba, el coraje inagotable, como si poseyera la fórmula de la eterna energía. Su juego actual no es el que dominó octubre y noviembre con pulso imperial, pero sigue siendo demoledor cuando inclina el campo a su favor. Con sus virtudes le basta para vencer, incluso sin convencer.

Así que la promesa de este domingo es obvia: será un partido a la carrera.