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Alvaro Reizabal | Abogado

Generosidad democrática

Si eso es lo que se dice y hace desde la dirección política de una de las partes del conflicto, no es de extrañar que muchos de los de a pie desfilen al paso que les marcan los de arriba

Llevaban muchos años diciendo que el día en que ETA abandonara la actividad armada, la democracia sabría ser generosa, que la lucha armada era innecesaria porque en el democrático Estado español pueden defenderse todas las ideas en las instituciones, siempre que sea por métodos pacíficos, y ahora que todos los condicionantes se van cumpliendo por una de las partes, la otra reacciona repitiendo día tras día que lo acontecido es insuficiente y que no se va a dar ningún paso con los presos a consecuencia del conflicto político, ni siquiera el acercamiento a cárceles vascas, que en Francia ha alcanzado rango de ley, aunque hay que decir que también la ley penitenciaria española contempla algo parecido, que en el caso de los vascos se incumple como medida de política penitenciaria (!). Ahora que hasta el Gobierno de Lakua reconoce que ETA está cumpliendo lo que dijo, Madrid responde inventándose la reactivación del impuesto revolucionario porque, como durante años y años, se haya pedido la navideña contribución voluntaria con los familiares de los presos para paliar, en parte, el dispendio millonario que la ilegal dispersión les ocasiona, o ratificando por boca de Gallardón la continuidad de la política penitenciaria o defendiendo la cadena perpetua anticonstitucional, bautizada por ellos como «doctrina Parot».

Son solo muestras de la cacareada generosidad democrática, de la grandeza de su democracia y de los pasos que España está dispuesta a dar para solucionar el problema político que le enfrenta a Euskal Herria. Y, claro, si eso es lo que se dice y hace desde la dirección política de una de las partes del conflicto, no es de extrañar que muchos de los de a pie desfilen al paso que les marcan los de arriba. Como muestra, este botón: la canción «Ahora que la ETA», firme candidata a obtener uno de los premios del jurado del carnaval de Cádiz, que ignoro si es el mismo de Costa y Camps. La televisión franquista nos dio ocasiones por doquier para apreciar el gracejo andaluz, y aun hoy programas como «Cine de Barrio» u otros de las numerosas teles ultras continúan haciéndolo, pero este hit carnavalero bate todos los récords de fino sentido del humor. La poesía mana ya desde la primera estrofa: «Ahora que la ETA cayó y el terror bajó su bragueta, ahora que tan quieta quedó quieren ya la sopa y la teta». Queriendo apoyar que se abandonen las armas y se participe en las instituciones, brota la rima como surgencia de agua clara: «Ni tus trescientas mil papeletas ni tu cambio de nombre y chaqueta... ahora dicen sí y mandan pa Madrid siete tontos con siete maletas. Marionetas son y desde su sillón pa la ETA hacen de alcahueta... ETA que se corta la coleta y ahora viene en son de paz». Esto último parece ser lo que más le jode al vate gaditano.

Y, por fin, la generosidad democrática: «Po empieza ya, glu, glu, glu, glu... pa la prisión, pa la prisión, pa la prisión». La chirigota se llama «Mejor no salgo». En eso tienen razón.

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