La pequeña isla italiana de Giglio ya sufre las consecuencias del naufragio del pasado 13 de enero del crucero Cosa Concordia. Sus aguas comienzan a contaminarse por los residuos que vierten los restos del buque y la limpieza de dichos residuos suponen un enorme trabajo.

La Agencia de Protección Medioambiental de la Toscana observó una concentración de 2 a 3 miligramos por litro de tensioactivos -sustancia presente en los detergentes-, elemento que no se registra en circunstancias normales. Esta cantidad es similar a la de los puertos industriales.

«La situación todavía es manejable, pero peligrosa para una zona que vive del turismo y la pesca» aseguró Gaetano Benedetto, portavoz de la filial italiana del Fondo Mundial para la Naturaleza. «No debemos caer en el alarmismo» añadió, aunque si «estar atentos».

Benedetto se mostró muy preocupado por el devenir de contaminantes de los restos del naufragio, como «líquido de batería, retardantes de llama, disolventes, aceites...etc.». Aun así, reiteró que en la fase actual «no existe un riesgo para la salud».

Algelo Gentili, responsable de Legambiente Giglio -una de las principales asociaciones italianas de protección del medioambiente-, advirtió de que las vertientes «pueden tener un impacto no solo en Giglio sino en todo el archipiélago toscano y la costa».

Según Benedetto, la isla de Giglio posee un ecosistema único, tanto marino como terrestre.