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Raimundo Fitero

Deporte televisado

La Sexta ha abandonado su compromiso para retransmitir el campeonato de Fórmula 1. Tras su fusión con Antena 3, lo lógico es que la cadena de Planeta asumiera la retransmisión de los coches, pero no parece que así vaya a suceder. Entre otras razones porque parece existir un tiempo pactado de un año para que se note la fusión de manera total. Me imagino que cuestiones accionariales, de activos y pasivos. Acomodos de plantillas, resolución de muchos flecos y estudio de estrategia, evoluciones del mercado y bastante más cosas que se nos escapan.

Lo que está quedando claro es que la rentabilidad de los deportes en la televisión en abierto, está en entredicho. Seguramente la crisis ha afectado, pero la retirada de las televisiones públicas en las pujas, dejan la continuidad de muchas competiciones en el aire. Las motos, se darán este año por Tele 5. El fútbol en abierto está cuestionado como algo rentable, La Sexta perdió cuarenta millones de euros en el año 2011 con los partidos del sábado de La Liga, pero otras cadenas con otros campeonatos, saben que es una inversión en grandes audiencias, pero su rentabilidad no está asegurada.

Por lo que las negociaciones para las próximas temporadas están pendientes de que el PP, el que colocó por ley la obligatoriedad de un partido en abierto por lo menos, según teoría de Álvarez Cascos por su importancia social, permita que se retransmita todo por canales de pago. ¿Una solución o un suicidio?

Los datos que se tienen de abonados, no son muy fiables ni tienen una igualdad territorial. En otros países circundantes, Francia, Inglaterra o Italia, los abonados a los canales de pago doblan, y superan, a los cuatro millones que aquí se declaran. Si se trata de pagar por cada partido, el desajuste se agrava: solamente Real Madrid y Barça son rentables o tienen peticiones que justifiquen la inversión. No digamos ya si nos fijamos en los Juegos Olímpicos, u otras retransmisiones de esa índole, que sin televisiones públicas son inviables, en estos momentos. O bajan el precio de los derechos o estamos a las puertas de una revolución silenciosa. Nos vemos, otra vez, en los bares.

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