Muchos hijos de ilustres artistas hacen todo lo posible por huir de la sombra que sobre ellos arroja la fama de sus progenitores: quieren demostrar su independencia, luchan porque se desligue su carrera de la de sus padres e incluso cambian de apellido en su nombre artístico. No es, desde luego, el caso de la familia Jodorowsky, que este fin de semana se ha presentado casi al completo en el madrileño Teatro Circo Price, en tres espectáculos protagonizados por los diferentes miembros de la familia bajo el denominador común de «Universo Jodorowsky»: el viernes un concierto de Adanowsky, el hijo músico; el sábado una conferencia y sesión de sico-magia guiada por el cabeza de familia, Alejando Jodorowsky; y hoy, domingo, una representación de «El gorila» de Franz Kafka adaptada por Alejandro e interpretada por su hijo actor, Brontis. Una gran fiesta familiar para deleite de los muchísimos seguidores que veneran la figura del artista y su peculiar mundo estético y filosófico.

Una veneración que se pudo respirar ya en el encuentro que el polifacético artista chileno mantuvo con la prensa horas antes del concierto de Adanowsky. «Yo soy su fan, me gusta mucho el rock y todo lo que hace, y con mucha modestia he escrito algunas de las letras que canta en sus canciones», reconocía Jodorowsky. «Cuando mis hijos era chiquitos, yo les quise dar la oportunidad de desarrollar todo lo que ellos querían hacer. Cuando a Adán le dio por la música le compré un piano de cola que estuve pagando durante ocho años. Y a Brontis, cuando me dijo que quería ser actor, le inscribí en todas las artes: acrobacia, pantomima, canto, baile, karate... Creo que es el actor más completo que he visto nunca. No porque sea su padre, lo digo con objetividad».

Hasta tal punto llega la fe de Jodorowsky en las cualidades de su hijo que en su próxima película, «La danza de la realidad», será Brontis quien interprete a su propio abuelo, en una vuelta de tuerca más a esta intrincada relación artística y familiar que para el chileno es, no obstante, completamente natural: «Se cree que los hijos y los padres están en guerra -explicó-. Desde que aquél loco de Freud dijo que Edipo mata a su padre y se acuesta con su mamá, todo el mundo está convencido de que tiene que existir un conflicto entre padres e hijos. ¡Y no! El padre es una figura esencial en la educación creativa y emocional de los hijos: no hay secretos de familia, no hay aplastamiento del hijo, no existe el odio al padre. Existe una absorción de unos a otros para construir el orgullo familiar».

El acto central del «Universo Jodorowsky» fue el «Cabaret místico», la gran conferencia y acto de sico-magia que Jodorowsky padre impartió la noche del sábado y para el que las entradas estaban completamente agotadas desde hace semanas. Un encuentro directo con el público que Jodorowsky, según nos confesó el viernes, pensaba improvisar, enseñándonos una minúscula libreta azul en la que «está toda la conferencia». «Contaré cosas interesantes -detalló-, chistes, palabras analizadas, pero también haré que la gente trabaje. Ya no creo en las conferencias en las que yo estoy hablando y los demás tomando notas. Daré ejercicios colectivos para que la gente los realice». En el Circo Price caben 2.000 espectadores, puntualizó un periodista. «¡Pero la gente los hace! -defendió Jodorowsky-. En Chile puse a 5.000 personas haciendo ejercicios y fue una experiencia maravillosa».

Una obra de Kafka, especial para el artista, clausura hoy el «Universo Jodorowsky». «La triste historia de un simio capturado que, para evitar ser exhibido en un zoológico, emprende al arduo camino de aprender un lenguaje humano para así deslizarse en una sociedad que termina por demolerlo. Su único triunfo es ser premiado por una Academia Universitaria que no le reconoce un alma consciente sino que lo admira por ser una bestia capaz de imitar el habla y la conducta de un hombre mediocre». La historia «me concierne tanto que sólo podía dársela a mi hijo», aunque él se encarga de la dirección, escenografía y música.