Raimundo Fitero
Bucle aéreo
La vida en los aeropuertos es una acumulación de pasos perdidos, de rituales absurdos, de abusos, dejaciones, costumbres y manías. Ser pasajero de avión es sentirse un sospechoso. Un bulto, un motivo de entretenimiento para hombres y mujeres de seguridad privada que mientras están hablando de sus futuros días libres te hacen descalzar, o te hacen sentirte idiota. Están siempre enfadados, como si los pasajeros no fueran los que les dan las posibilidades de no engrosar la cola del paro. La paranoia es un ambiente en los accesos a los embarques, la desatención es un hábito nefasto que se va asumiendo para evitar males mayores. Al final, la explosión de cabreo se hace siempre ante unas empleadas que solamente pueden contestar en vivo como si fueran robos monitorizados. Tiene tan poca información como los afectados. Son la barrera de contención para parar las oleadas de cabreos. Los motines.
La situaciones excepcionales, por huelga, temporal, avería o cierre empresarial son un género audiovisual. El cine, la televisión en sus ficciones, los reportajes, documentales y lo servicios informativos, nos colocan en el bucle, nos devuelven imágenes archivadas de experiencias vividas en directo como afectado o en situaciones exactamente iguales retransmitidas hace un mes, un año, un quinquenio. Siempre es igual. El supuesto cliente, el que en la teoría siempre tiene razón, al que se le engaña alevosamente en todas las publicidades es el único que no tiene otro remedio que sentirse un objeto perdido, alguien con un grave problema creado por otros que es incapaz de resolver.
Lo de ahora mismo con Spanair tiene, además, unas connotaciones políticas que vienen de atrás y que no dejan de ser escandalosas, ya que se reflotó con inversión pública que ahora se ha esfumado. La forma de realizarse este cierre sin previo aviso, es una buen táctica. Cierran de manera súbita y trasfieren sus problemas inmediatos a los afectados y las autoridades competentes o incompetentes, además de no crearse posibilidades de reacciones adelantadas. Lo sucedido es un síntoma más de las aventuras empresariales dolosas amparadas por políticos cómplices. Algo muy repetido.