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Crónica | regina José Galindo en Artium

Piel de gallina

La artista guatemalteca Regina José Galindo muestra en Artium un importante compendio de sus obras, en su mayoría vídeos, fotografías y objetos relacionados con su práctica performativa. El sufrimiento y la injusticia social como temas principales son enfocados desde su condición de mujer mediante un rotundo trabajo que no deja indiferente a nadie y que podrá verse hasta el mes de mayo.

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Arturo F. RODRÍGUEZ

Un cartel a la entrada a la exposición advierte a los visitantes de que algunas de las imágenes pueden resultar violentas.

Un buen punto de partida de dicha exposición podría ser la cuestión de si, a día de hoy, es realmente posible desde el arte un gesto radical a través de las imágenes. El cartel de advertencia, que sin duda cumple con un requerimiento lógico y razonable, establece el lugar de la institución y de la norma y nos sitúa en un campo de juego en el que la transgresión, la circunstancia social local, la social referida, lo estético y las políticas de visibilidad se enredarán de un modo complejo. La naturaleza política que sin duda poseen algunas imágenes que se presentan como «fuertes» en las prácticas artísticas contemporáneas, y que con frecuencia son secuestradas y desactivadas como herramientas de subversión, juegan una difícil partida de ajedrez con la institución museística. Es solo entonces cuando algunas de ellas, de estas imágenes, de estas propuestas o acciones, irrumpen activamente en el territorio de lo sensible porque encuentran su efecto en los destinatarios y no en una sensibilización pre-programada.

El lenguaje poético y a la vez tremendamente visceral de Galindo parte de su propio cuerpo y obliga a pensar sobre la realidad social latinoamericana desde diferentes perspectivas (feminismo, responsabilidad, compromiso), para inundar la posibilidad del arte con el grito de la denuncia. No hay nada que esconder, y por eso, porque se muestra todo tal como es, es difícil de admitir.

Performance y exposición

Galindo fue invitada por Harald Szeeman en la 49 Bienal de Venecia, desde entonces ha presentado su trabajo en numerosas muestras internacionales, siendo galardonada con el León de Oro en la edición número 51 de dicha bienal. Su obra se encuentra presente en importantes colecciones tanto públicas como privadas, pero su trabajo nunca se ha desviado de una intensa negociación entre lo perturbador, la experiencia extrema, la emoción y la poesía.

Con motivo de la inauguración de Artium, la artista llevó a cabo una performance titulada «Piel de gallina». Encerrada durante casi dos horas en una cámara frigorífica similar a las utilizadas en la morgue, los espectadores podían abrir en cualquier momento la portezuela, extraer la bandeja en la que reposaba su cuerpo desnudo y contemplar la transformación de su piel, erizada por efecto del frío.

Repasar todas y cada una de las obras de la exposición supone someterse a esa misma sensación, la de sentir la piel de gallina, de modo que se hace especialmente difícil una descripción literal o crítica de todas estas obras por cuanto la experiencia (que roza la propia piel de la conciencia personal), se convierte en el verdadero dispositivo de discernimiento.

En «Perra» uno de sus vídeos más conocidos, la artista graba la palabra «perra» en su muslo con un cuchillo. Como en una catarsis personal íntimamente ligada a la violencia de su país denuncia los crímenes políticos, las jerarquías sociales,

En «Confesión» (2007), la artista se somete al conocido como «submarino» (o «bañera» por estos lares), en ella la cabeza de la víctima es sumergida en un líquido para provocar el efecto del ahogamiento. En «150.000 voltios» (2007), Galindo recibe una descarga de un dispositivo eléctrico utilizado por la policía.

En «Caparazón» (2010), la artista se refugia en posición fetal bajo una cúpula transparente blindada mientras una serie de hombres y mujeres golpean la superficie con palos hasta romperlos. La realización del vídeo, la potencia de su audio invade la sala de forma sobrecogedora.

«¿Quién puede borrar las huellas?» (2003) es una performance en la que Galindo recorre la distancia entre la Corte de Constitucionalidad y el Palacio Nacional de Guatemala descalza y dejando un rastro de huellas de sangre en memoria de las víctimas del conflicto interno y como denuncia de la candidatura presidencial del genocida y golpista Efraín Ríos Montt.

En varios de sus trabajos el cuerpo de la artista entra en contacto con su propia sangre o la de otros (The Weight of Blood «El peso de la sangre», 2004, «Ablución», 2007), lo cual recuerda a los trabajos de performance de Ana Mendieta.

Las acciones de Galindo son numerosas y no es cuestión de valorar aquí la idoneidad de su formalización para las salas del museo; su obra funciona igualmente como cuerpo, un cuerpo en el que la indivisibilidad de teoría y acción comporta una toma de posición política capaz de hacer anecdótico cualquier aviso sobre la violencia de las imágenes.

 

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