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Ida de la semifinal de Copa

Sí, sí, sí, nos vamos a...

Los rojiblancos, en un partido de oficio y nada vistoso, dejan el pase a la final en franquicia con dos goles más de Llorente, que alcanza ya el centenar como «león». El Mirandés mantiene un hilo de esperanza con un tanto en el último minuto de partido.

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MIRANDÉS1

ATHLETIC 2

Joseba VIVANCO

Once contra once, fútbol es fútbol, David contra Goliat, el balón es redondo, no hay enemigo pequeño... para la medianoche de ayer el Athletic borró del mapa dialéctico todos los topicazos del fútbol y dejó claro desde el primer minuto de juego que lo del Mirandés ha sido un bonito sueño, pero que el Rey de Copas ha vuelto, que volvió hace tiempo y que lo ha hecho para quedarse. Prácticamente certificó su pase a la final, con un partido de oficio -«sabíamos a dónde veníamos», dijo al final Llorente-, serio, sin alardes, con dos golitos más del `9', pero dejando medio vivo al Mirandés con un inesperado gol en el último minuto.

El `efecto Anduva' le duró al Mirandés lo que tardó Muniain en realizar el primer disparo a gol a los cuatro minutos de partido y repeler el portero local a córner. A partir de ahí, los de Bielsa se sacudieron la inicial y lógica presión de los de Carlos Pouso para empezar a controlar el esférico, abrir campo y oxigenar el juego sorteando así esos primeros robos de balón de los mirandeses. Esta vez sí se atisbaba de inicio quién era el equipo de Primera y quién el de Segunda B, algo que no sucedió en las anteriores eliminatorias jugadas por el club de Miranda. Este Athletic no está para bromas. Venía de disputar y pelear dos buenos resultados en campos tan `embarrados' como el del Mallorca y el Rayo, y el de Anduva no lo era menos.

Con Herrera y De Marcos un tanto desaparecidos por el interior, con Muniain en exceso intermitente, el juego rojiblanco lo comandaba la zaga, con Iturraspe haciendo las veces de enlace con los de delante. El Mirandés, nervioso, fallón, arrugado, esperaba en su campo.

Partido controlado, pero por rematar. Cuestión de tiempo. El Mirandés no daba miedo. Como si nos hubiesen vendido una moto. «Nos comimos a los periquitos, ahora nos comeremos al león», decía su alcalde. Pues zarpazo. Fue un destello de De Marcos el que pasado el cuarto de hora, cabalgó por banda, esquivó a un defensor, llegó al fondo del campo, miró y la puso -ya es uno de los 9 mejores asistentes del fútbol estatal en la presente temporada-, tocada, en la `almendra' de Llorente que en el segundo palo ponía la eliminatoria en ventaja. Un gol no fruto del juego rojiblanco, sino de la superioridad simbólica.

Segundo tiempo para el Mirandés

Desde el banquillo local Pouso arengaba a los suyos, que trataban de meterse de una vez en el encuentro. Pero solo diez minutos después, solitario balón de Iturraspe en largo hacia Llorente, que demostraba su madurez desplazando con el brazo a su marcador, controlar, orientarse hacia la frontal de la meta de Nauzet, y entre tres amedrentados defensores y con Muniain de testigo, disparar, flojo, sucio, casi llorando al fondo de la red. Séptimo gol en sus últimos cinco partidos. Su gol número cien con la camiseta rojiblanca. El `Rey León' ha vuelto.

De ahí al final de la primera mitad, el Athletic se limitó a evitar, sobre todo, que el Mirandés se metiera en el partido y complicara tan franco marcador. Algo que trataron de hacer los locales desde el mismo arranque del segundo tiempo, achuchando a los leones y evitando que controlaran la pelota.

No fueron buenos los primeros quince minutos rojiblancos, con un Mirandés sin nada que perder y con el respeto perdido al rival. Y tampoco mejoró en los siguientes, con Llorente desaparecido y con un equipo sin fluidez en su juego ni solidez en su dominio. Se equilibró el partido y los de Pouso le echaron la casta y raza que les caracteriza. Tuvieron su gran ocasión en el minuto 63 -justo tras serle anulado un gol legal a Muniain por fuera de juego-, con un chutazo de Mujika que lamió el larguero de Gorka. La volvió a tener un ya cansado Mirandés con una espuela de César que sacó magistral el portero navarro. Y tanto se lo creyó que en el último minuto, Lanbarri, a la media vuelta, daba un hilo de vida a la eliminatoria. Pero este Athletic es mucho Athletic. Y San Mamés mucho San Mamés. Sí, sí, sí...

 
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