Cualquiera que sea el resultado de las elecciones, el primer ministro será un miembro de la familia reinante Al Sabah, dinastía en el poder desde hace 250 años, que acapara igualmente los ministerios más importantes, como Defensa, Interior y Asuntos Exteriores. «Todo indica que la oposición va a dominar el próximo Parlamento y que inmediatamente reclamará reformas políticas», según el analista Saad ben Taflah.

Las elecciones legislativas se han adelantado tras la dimisión del Gobierno forzada por una ola de manifestaciones populares encabezada por colectivos de jóvenes.

La oposición -islamistas, liberales, nacionalistas e independientes- con puntos de vista muy divergentes, se ha unido en la demanda de reformas. Ocupa 20 de los 50 escaños del Parlamento disuelto por el jeque Sabah al-Ahmad Al-Sabah, y espera superar los 30. De ellos más de la mitad se los llevarían los islamistas. De todas formas, los ministros se convierten automáticamente en parlamentarios, lo que resta capacidad de decisión a esa mayoría.

Aun así, la campaña electoral ha sido la más animada desde hace años, al poner en primer plano la reclamación de reformas del sistema político, la lucha contra la corrupción y proyectos de desarrollo basados en los recursos petrolíferos. La crisis que hizo caer al anterior Gobierno fue un escándalo de corrupción que salpicó a los grupos progubernamentales.

Animados por su éxito en el cese del Ejecutivo, los movimientos juveniles han jugado un papel activo en la campaña. Piden reformas como legalización de partidos y un cambio en el sistema electoral,pero ni ellos ni los partidos de oposición cuestionan a la dinastía Al Sabah. Apuestan por una monarquía constitucional y un régimen verdaderamente parlamentario, pero el emir no parece dispuesto a desprenderse de sus amplios poderes. «Estas elecciones son totalmente diferentes. Van a determinar el futuro de Kuwait», opina el candidato liberal Abdel Rahmane al-Anjari. El contrapunto lo pone el analista ben Taflah, exministro de Información: «No soy optimista sobre el hecho de que las elecciones traigan estabilidad a menos que se apliquen reformas políticas esenciales». El secretario general del Forum por la sociedad civil cree que el problema es que «una parte de la familia reinante no cree en la democracia».