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Eider Mendoza Larrañaga Juntera de EAJ-PNV en las Juntas Generales de Gipuzkoa

La incapacidad de Bildu

¿Qué legitimidad tienen aquellos que hasta antes de ayer estaban en la pancarta y la coacción para criticar una gestión que, por ejemplo, nos ha dotado de una red de carreteras que ha revolucionado el esquema viario del territorio?

Estamos asistiendo a lo largo de los últimos tiempos a un rosario de declaraciones por parte de diversos representantes de la izquierda abertzale, todas ellas dirigidas a intentar afianzar un discurso de «renovación» y de «transformación» del territorio de Gipuzkoa. Un discurso con los pies de barro, que, por una parte, critica todo lo que a lo largo de estos últimos años se ha ido construyendo institucional y socialmente y, por otra, pretende establecer las bases de un «nuevo» modelo de gestión y de crecimiento.

Se achaca al período de gestión liderado por EAJ-PNV su apuesta por los «macroproyectos», el endeudamiento y la especulación, y el olvido de las necesidades reales de la ciudadanía.

En el fondo de ese relato se pretende pivotar sobre la creciente preocupación de la ciudadanía en torno a la situación económica global, y ubicarse en el espacio de los que propugnan rigor y austeridad en la gestión de los recursos públicos.

Resulta chocante que una izquierda abertzale que toda la vida ha tenido como referentes de gestión al Che Guevara y al Frente Sandinista de Liberación Nacional, de repente se alinee con los Sarkozy y Merkel.

En todo caso, esa posición muestra una debilidad tal, que ha de fundamentarse en un falseamiento y manipulación de la gestión liderada por EAJ-PNV para que pueda resultar mínimamente creíble.

Mienten sobre la existencia de supuestos «desfases», por ejemplo en Bidegi, que en realidad son modificados y complementarios que han sido redactados, justificados y presupuestados. Se trata de obras que han recibido el respaldo unánime de todos los partidos políticos representados en Juntas Generales, con una única excepción: la izquierda abertzale (ni siquiera EA o Alternativa, que en aquellos momentos respaldaron la gestión de Bidegi, el uno con sus propias siglas y el otro bajo las siglas de Ezker Batua). La izquierda abertzale no participaba en Bidegi porque estaba ilegalizada (cuestión que en su día rechazamos y combatimos con decisión), pero según parece no se molestaron ni siquiera en leer los periódicos e informarse de los consensos institucionales y sociales que se estaban produciendo. Claro... estaban a otras cosas, por ejemplo, a desoír la exigencia mayoritaria de nuestro pueblo y a seguir sin apostar definitivamente por las vías exclusivamente políticas y democráticas.

Y es que está muy claro: ¿qué legitimidad tienen aquellos que hasta antes de ayer estaban en la pancarta y la coacción para criticar una gestión que, por ejemplo, nos ha dotado de una red de carreteras que ha revolucionado el esquema viario del territorio?

Hablan de los 900 millones de «agujero» de Bidegi, cuando se trata de una deuda con su plan económico financiero, validado por las entidades financieras (¡con la que está cayendo!) y financiada por un sistema de peajes que no afecta al presupuesto foral. De nuevo mentira y manipulación.

Hablan de un nuevo modo de hacer política, más cercano a la ciudadanía, cuando lo único novedoso que están haciendo es aplicar la Norma Foral de Participación Ciudadana que lideró el Gobierno foral anterior.

Hablan de un modelo caduco e ineficaz, cuando el territorio de Gipuzkoa es el menos endeudado de las instituciones supramunicipales vascas y tiene la tasa de desempleo más baja del Estado.

Hablan de proteger a los pueblos pequeños de Gipuzkoa, cuando a las primeras de cambio tumbaron el programa «LandaGipuzkoa32» que ha supuesto un balón de oxígeno para los municipios con menos de 1.000 habitantes. Unos municipios que, dicho sea de paso, todavía están esperando la visita de un diputado general que lo único que ha hecho hasta el momento es convocar en «asamblea» a todos los alcaldes en la Plaza de Gipuzkoa.

Hablan de paro, EREs y desahucios, como si tuvieran una estrategia económica clara y creíble. Cuando el único programa anti-crisis de la Diputación ha sido consecuencia de la apuesta de EAJ-PNV por las empresas del territorio. Unas empresas y trabajadores que contemplan con estupor la falta absoluta de sensibilidad por parte de Bildu para con una estructura industrial que es la principal responsable de la creación de empleo y riqueza en Gipuzkoa. Hablan de proteger a las personas más desamparadas, cuando los mayores crecimientos de la partida de política social y de los niveles de protección social se produjeron la anterior legislatura. Cuando Bildu está paralizando la construcción de nuevas residencias, por ejemplo en Irun y Elgoibar, excusándose en la situación económica, pero fruto de una paralización de los proyectos existentes y una evidente incapacidad para gestionar alternativas.

Pero lo que más clama al cielo es la paralización absoluta que se está produciendo en Gipuzkoa y que Bildu pretende justificar con un discurso vacuo y tendencioso. La antes citada falta de estrategia económica, la incapacidad para liderar la gestión de los residuos urbanos, la parálisis de la regeneración integral de la bahía de Pasaia (obstaculizando la construcción de un puerto exterior, garantía del mantenimiento de empleos y actividad económica), la falta de estrategia cultural que traslada inestabilidad a Tabakalera, el cuestionamiento irresponsable del sistema de financiación de carreteras, la ausencia de programa de gobierno de la Diputación... todo ello muestra la verdadera cara de una izquierda abertzale incapaz para liderar Gipuzkoa y superar una situación económica que requiere ideas claras, planificación y capacidad de gestión.

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