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La tragedia de Port Said reactiva la exigencia de salida de la Junta Militar

La muerte de 74 personas tras un partido de fútbol en Port Said va más allá del enfrentamiento entre dos aficiones. Ha puesto en cuestión el papel de la Policía y ha reactivado la exigencia popular de que el Ejército egipcio ceda el poder a manos civiles. Miles de manifestantes en El Cairo volvieron a dirigir su ira contra el Consejo Militar al frente del país en protestas que fueron de nuevo reprimidas.

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GARA | EL CAIRO

La matanza del estadio de Port Said, donde el miércoles 74 personas murieron y mil resultaron heridas tras un partido de fútbol, ha devuelto al régimen militar y a su policía al centro de la cólera popular. Los seguidores del club local, Al Masry, invadieron el terreno de juego para linchar a los jugadores y aficionados del Al Ahly, lo que derivó en una batalla campal ante la pasividad de la policía.

Pero el suceso se interpreta más allá del enfrentamiento violento entre dos aficiones. La Policía egipcia ya era el centro de la ira popular por la represión de la revuelta que comenzó en enero del año pasado y de las protestas que reclamaban la salida del poder de la Junta Militar en noviembre y diciembre.

Al otro lado de las barricadas, en primera línea se encontraban los hinchas del Al Ahly, que el miércoles fueron las víctimas de los del Al Masry en Port Said.

El presidente del Parlamento, el islamista Saad Katatni, afirmó que la tragedia se debió a «la deficiencia y la negligencia» de los cuerpos de seguridad. Katatni, miembro del Partido Libertad y Justicia, brazo político de los Hermanos Musulmanes, consideró que «no cumplieron ni con su misión ni con su profesión por la falta de organización».

«Los policías no actuaron porque tenían miedo, se limitaron a mirar porque temían que los lincharan», señaló el director del estadio, donde todavía quedaban restos de la batalla campal con botellas, sillas arrancadas y zapatos en el césped. Pero la Policía tampoco tenía mucho interés por defender a sus enemigos en las calles. El propio régimen militar que no acaba de ceder el poder a manos civiles, fue ayer el objeto de la ira de los manifestantes en El Cairo. En los alrededores del Ministerio del Interior, la Policía disparó gases lacrimógenos, mientras los manifestantes les lanzaban piedras desde la calle Mohamed Mahmud, cercana a la plaza Tahrir. «O se les hace justicia o moriremos como ellos» gritaban. Y detrás de la Policía, junto a la sede gubernamental, se encontraban los blindados del Ejército. Al menos se produjeron 390 heridos, que eran atendidos en hospitales de campaña.

«No es un incidente deportivo»

«No es un incidente deportivo, es una masacre militar» se escuchó en la protesta. «Pedimos la salida del Consejo Militar. Es culpa de los militares que hoy estemos contra ellos», afirmó Abir Younes, una joven profesora de árabe. «Cuando se fue Mubarak, yo apoyaba al Ejército. Ahora, tiene que irse», insiste. Mohamed, joven de 21 años aficionado de El Ahly denuncia que «el Consejo no es más que un resto del antiguo régimen. De hecho, Mubarak todavía está en el poder».Como muchos otros, Ayman Bachar, profesor, no cree que los incidentes sean una coincidencia. «Se vengan de los héroes que se opusieron a los matones del régimen el 2 de febrero del año pasado», asegura, en alusión a la «batalla de los camellos», en la que partidarios de Mubarak, armados de palos irrumpieron en caballos y camellos en la plaza Tahrir.

También ven un complot los Hermanos Musulmanes, que acusan a restos del régimen de Mubarak de instigar los enfrentamientos. Un responsable del club Al Masry denunció la existencia de «matones» infiltrados entre los hinchas que protagonizaron al agresión. Intentado calmar la situación, el régimen reaccionó con destituciones, como las del gobernador provincial de Port Said, el jefe de los servicios de Inteligencia y de Seguridad de esta provincia y del presidente de la Federación de Fútbol Egipcia. Hasta el primer ministro, Kamal Ganzuri, reconoció ante el Parlamento su responsabilidad política y se mostró dispuesto a rendir cuentas.

El Consejo militar decretó un duelo nacional de tres días y el mariscal Tantawi, jefe de la Junta, prometió que encontrará a los responsables.

Al Ahly, el club de fútbol más popular en Egipto y en África

El club cairota de Al Ahly, objeto del ataque de hinchas del Al Masry en Port Said, es el mayor club de fútbol egipcio, con 36 títulos de campeón nacional y seis Ligas de Campeones de África. Muchos de sus aficionados participaron en primera línea en la revuelta contra el régimen de Mubarak y en las posteriores manifestaciones contra el poder militar. El 6 de setiembre, choques entre la Policía y aficionados que gritaban lemas contra Mubarak en un estadio de El Cairo acabaron con 80 heridos. Al-Ahly, «El Nacional» en árabe, fue fundado en 1907 por estudiantes egipcios que luchaban contra los colonizadores ingleses y, poco a poco, se fue convirtiendo en el «equipo del pueblo», a diferencia de su vecino, el Zamalek Sporting Club, el equipo de la burguesía. Aunque su primer presidente fue un inglés, Mitchell Ince, Al-Ahly se convirtió en 1925 en un club 100% egipcio, y el carnet de socio ya solo se reserva a quien cuente con un pasaporte nacional. Con más de cien títulos en un siglo de historia, el club del barrio El-Guezira es el que cuenta con más títulos del continente africano. Tras la masacre, ha decidido suspender de forma indefinida las actividades deportivas de todas sus secciones, tanto nacionales como internacionales, en los 19 deportes en los que está presente y sus equipos no volverán a jugar en los próximos cinco años en la localidad de Port Said. Muchas selecciones nacionales egipcias se nutren fundamentalmente de los integrantes del club lo que puede afectar al deporte egipcio. El equipo más popular en África, cuenta con casi 50 millones de seguidores en el mundo, según la FIFA. GARA

incertidumbre

La masacre de Port Said ha aumentado las incertidumbre sobre la transición política en Egipto y la Bolsa de El Cairo llegó a reflejarlo con una caída del 4,6% aunque cerró la sesión con un recorte del 2,2%.

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