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REVUELTA EN SIRIA

Damasco se asoma al abismo económico

«Cada día que pasa, la situación empeora porque no hay turistas y los clientes de otras provincias tienen miedo de trasladarse hasta aquí», comenta apesadumbrado Juan, mientras toma un café en la puerta de su comercio de venta de ropa de cuero en Damasco.

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Karen MARÓN

Este pequeño comerciante regresó de Colombia hace 25 años. Junto a su padre fundó la empresa familiar que opera en el zoco de Al-Hamidyya, al sur de la ciudad vieja. Juan está muy preocupado porque ya empieza a sentir la asfixia económica de once meses de revueltas y sanciones económicas.

«Nos estamos manteniendo gracias a los ahorros de toda la vida y a la presencia de chiítas, que vienen a visitar sus lugares sagrados», explica a GARA, refiriéndose a los peregrinos que acuden al santuario de Saida Zeinab, la nieta del profeta Mahoma. «Estamos sobreviviendo gracias al turismo de ciudadanos iraníes. En 2011 vinieron más de un millón y se estima que este año lo hagan un millón y medio de iraníes», añade. Pero en el que fuera el gran mercado, cubierto por una bóveda de hierro en la que aún hoy son visibles los pequeños orificios que dejaron las balas de las ametralladoras de la Aviación francesa durante la rebelión nacionalista de 1925, los vendedores ya no gritan para promocionar sus productos ni el caos convulsiona a los turistas llegados de todo el mundo, que, hasta el inicio de las protestas, eran abordados incesantemente.

Al hundimiento del turismo se suman los efectos de las sanciones de Occidente y la Liga Árabe, que han bloqueado las operaciones del Banco Central Sirio y la venta de hidrocarburos. Este deterioro de la vida cotidiana puede ser el desencadenante final de la caída del régimen. Una situación similar a la que sufre Irán, su gran socio regional, y que los sirios tienen complicado afrontar debido al discurso común entre Estados Unidos y la Unión Europea

«El comercio se ha resentido desde el inicio de la crisis política. El encarecimiento de muchos de los productos, junto a otros factores, ha disminuido el poder adquisitivo del ciudadano», subraya Amer Al Hasash, director ejecutivo del comercio Golden Star, sentado en su habitual silla en una de las tantas calles empedradas de este tradicional mercado, cuyo trazado data de la época romana.

«El precio de la garrafa de gas ha subido un 50% y la de té un 30%. La comida es también más cara. Esto no está bien», se queja Afnan, una ama de casa que hace la compra al por mayor a las afueras del Mercado de las Especias. «No entendemos por qué nos están haciendo esto. Si creen que con estas medidas van a debilitar nuestra confianza en el presidente, están muy equivocados», afirma esta mujer de 52 años.

El precio de los productos ha subido como consecuencia directa de la depreciación de la libra siria en un 40%. La moneda pierde valor cada día y los sirios que tienen ahorros procuran hacerse con dólares, rechazando incluso el pago en euros, algo cada vez más complicado.

En el mercado negro cada dólar equivale a 75 libras, cuando el cambio oficial está en 57 libras. El régimen, por su parte, intenta combatir el impacto de los contínuos sabotajes por parte de grupos opositores a los principales oleoductos y centrales eléctricas del país. Estas acciones armadas están provocando escasez de combustible para la calefacción y racionamientos de luz de hasta tres horas al día.

El ministro de Economía

«Apagones, subida de algunos productos o depreciación de la moneda son algunos de los efectos que sufre hoy Siria a causa de las sanciones impuestas y que afectan principalmente al pueblo», denuncia en exclusiva a GARA, el ministro de Economía y Comercio Mohammad Nidal al-Shaar, nombrado el 14 de abril de 2011 por su experiencia en el mundo de los negocios y las relaciones económicas.

«Las represalias tienen un carácter y una intención política, pero es el ciudadano de a pie el que, en la práctica y en su vida diaria, está pagando las consecuencias», incide.

«Tenemos serias dificultades para importar productos y para exportar nuestro petróleo, y todo esto tiene un efecto negativo sobre el pueblo, particularmente, sobre el ciudadano medio», insiste el titular de Economía.

Históricamente, el principal destinatario del comercio exterior sirio ha sido Europa, continente al que destinaba el 18% de la producción de hidrocarburos. Las sanciones económicas impuestas por la Unión Europea al intercambio con Siria y a la exportación de su petróleo han repercutido también en el mercado interno.

Sucede lo mismo con Turquía, país con el que Siria había incrementado ostensiblemente su flujo mercantil, firmando incluso un tratado de libre comercio. A raíz de las sanciones ordenadas por el Gobierno del primer ministro Reccep Tayyip Erdogan, ha habido un notable incremento del precio de las mercancías procedentes del país vecino.

«A esta hostilidad económica se suman los daños ocasionados por la violencia terrorista de grupos armados que han saboteado oleoductos, gasoductos, descarrilado trenes cargados de combustible, e incluso atacan y matan a ingenieros eléctricos para dañar la producción en momentos de mayor consumo energético por el invierno», destaca Al-Shaar. «Es nuestro deber encontrar vías y fórmulas para hacer que el país sea inmune a estas represalias», concluye.

El ministro de Petróleo, Sufian Allaw, ha cifrado en dos billones de dólares los daños causados por las sanciones internacionales y los ataques de la insurgencia contra el sector petrolero y eleva a 21 el número de funcionarios del sector muertos por acciones violentas.

«Además de repercutir en la seguridad, estas sanciones tienen un fuerte componente sicológico que afecta a toda los ciudadanía», explica Osama Hasan, titular de la Bolsa de Damasco. En esta entidad todavía operan las empresas que no están bajo el rigor de las sanciones, pero ha descendido el volumen de negocios debido a la crisis generada por las revueltas.

Es por ello que el Banco Central Sirio se vio obligado a elevar las tasas de interés sobre los depósitos bancarios del 7 al 9%. Y debido a la fuga de capitales que ha habido en los últimos dos meses, se calcula que se han retirado 680 millones de dólares de entidades privadas.

Los bancos privados tradicionales, excluyendo los islámicos, han experimentado una caída del 10% en la demanda de depósitos, lo que se traduce en unos 2.100 millones de dólares.

Pobreza estructural

Alrededor de un tercio de la población siria vive por debajo del umbral de pobreza, por lo que gran parte de la crisis actual es consecuencia de las desigualdades sociales.

Alrededor del 40% del presupuesto gubernamental está destinado a las grandes ciudades y regiones rurales como la de Daraa -una de las ciudades emblema de la revuelta, ubicada a dos kilómetros de Jordania-.

Además, la fuerte sequía que desde hace cuatro años afecta a las zonas rurales ha empujado a gran parte de su población a emigrar a las ciudades, principalmente, a Damasco y Aleppo, lo que supone una mayor carga para los habitantes urbanos, que ya de por sí afrontaban una gran inflación y un considerable aumento de los costes inmobiliarios.

En un intento por frenar las protestas, el persidente Bashar Al-Assad restituyó los subsidios a los combustibles, incrementó los salarios públicos y aprobó beneficios para hogares con bajos recursos. Pero estas medidas no calmaron a los manifestantes y la pérdida de confianza en la economía podría agravar aún más la crisis.

Los líderes israelíes temen una eventual caída de Al-Assad, al que consideran una pieza «cómoda»

Israel teme más una eventual caída del presidente sirio, Bashar al-Assad, que su continuidad en el poder, según un estudio elaborado por el Centro Árabe de Investigaciones y Estudios Políticos, en el que también se destaca que Israel se siente muy cómodo con el actual régimen sirio, sobre todo en lo referente a los Altos del Golán, invadidos por Israel tras la Guerra de los Seis Días, en junio de 1967.

El general en la reserva Eland, del Instituto de Investigaciones para la Seguridad Nacional Israelí y anterior presidente del Consejo de la Seguridad, consideró que la salida más deseada por Tel Aviv es la permanencia de Al-Assad porque Israel conoce bien al régimen y sus orientaciones. El peor de los escenarios sería la caída del presidente, alauita, y el establecimiento de un gobierno suní que podría reclamar los Altos del Golán, incluso por la vía armada. En este contexto, teme que grupos armados, entre ellos Hizbullah, se hagan con el depósito de armas del régimen. Según Israel y EEUU, Damasco posee un arsenal de armas químicas y biológicas. En 2007, la Fuerza Aérea israelí destruyó un reactor nuclear sirio construido con la ayuda de Corea del Norte. Israel tampoco ve con buenos ojos la falta de estabilidad interna porque, según Eland, Irán podría sacar provecho de esta anarquía y actuar en la frontera entre Irak y Siria y en el interior de Siria.

Para muchos líderes israelíes, Al-Assad ha sido hasta ahora la mejor garantía para mantener el statu quo en la frontera norte. De ahí que siempre hayan evitado atacar directamente al mandatario sirio.

Aunque el domingo el primer ministro Benjamin Netanyahu denunció que «algunos dirigentes no tienen escrúpulos morales para matar a sus vecinos o a su propio pueblo», algunos políticos han calificado esta postura de demasiado tímida. «Es hora de que mi gobierno condene sin reservas y de manera inequívoca las atrocidades del Gobierno sirio», remarcó Isaac Herzog, exministro de Asuntos Sociales y líder laborista en la Knesset.

Para Eyal Zisser, profesor de Historia y experto en Siria y Líbano, «al principio de la revuelta, los israelíes dijeron que más vale lo malo conocido. Pero, poco a poco, están dejando a un lado sus reservas y tomando conciencia de la conveniencia de la salida de Al-Assad, estrecho aliado de Irán». GARA

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