GARA > Idatzia > Mundua

Hebrón, testigo silencioso de la ocupación y el asedio contra la población Palestina

A pesar de quedar fuera del foco de los principales medios de comunicación, la ciudad de Hebrón es una de las ciudades que más a las claras refleja en qué consiste la estrategia de ocupación y de apartheid impulsada por Israel y cuáles son sus objetivos.

p027_f01-140x200.jpg

Ruben PASCUAL

Hebrón es una ciudad alejada de los ojos de la sociedad israelí. Situada a escasos 30 kilómetros de Jerusalén, es completamente ignorada por los medios de comunicación y el discurso público del Estado hebreo.

Esta urbe y los palestinos que la habitan no aparecen en ninguna de las conversaciones sobre el futuro del conflicto político árabe-israelí. Es, sin lugar a dudas, el lugar que mejor refleja la importancia de adorar al dios «correcto», la de estar entre los ocupantes o los ocupados.

Desde que en el año 1997 se firmaran los llamados acuerdos de Hebrón, esta urbe -situada, según lo recogido en los acuerdos de Oslo de 1993, en zona A, y por tanto, controlada por la Autoridad Palestina (ANP)-, de unos 160.000 habitantes, está dividida en dos sectores: H1 y H2.

En el origen de esta situación encontramos una masacre. El 25 de febrero de 1994, Baruch Goldstein, un colono originario de EEUU y residente en Kiryat Arba -un asentamiento situado a un kilómetro escaso de Hebrón y considerado uno de los más radicales- se adentró en la mezquita de Ibrahim, también conocida como la Tumba de los Patriarcas y lugar sagrado para las tres principales religiones monoteístas, y la emprendió a tiros contra las más de 600 personas que se hallaban en el interior. Mató a 29 personas e hirió a decenas antes de morir apaleado por la multitud.

Con la división de la ciudad, una vez más, los palestinos pagaban platos que ellos no habían roto. A un lado, en la zona H1, quedaron el color, la algarabía propia de los mercados árabes, el caos circulatorio al compás de los alocados cláxones... Reflejos de una ciudad viva, al fin y al cabo.

El silencio, el vacío, la represión y el miedo, por contra, quedaron reservados para la H2. Tal vez por eso Hebrón es conocida como la ciudad fantasma. Y no es para menos.

Acceder, tras haber haber pasado el correspondiente checkpoint del Ejército, a la llamada Shuhada Street -rebautizada como calle del apartheid por los palestinos- , es, simplemente, sobrecogedor. «Cuando lleguemos donde esos soldados, debemos girar a la derecha, porque si doy un paso a partir de donde están ellos, me detienen y me llevan seis meses a la cárcel», advierte el joven palestino que recibe a la delegación vasca que, en el marco de su visita a Palestina, recaló en Hebrón.

Límites al movimiento

Shuhada Street servía -y van 17 años conjugando en pasado- para conectar el norte y el sur de Hebrón. Ahora, la tensión se palpa con el simple hecho de caminar por una calle a la que los viandantes y vehículos palestinos tienen prohibido el acceso.

A día de hoy, alrededor de 2.000 soldados israelíes están desplegados en la zona H2, en el corazón de la Ciudad Vieja de Hebrón, para apoyar -no defender- a los entre 400 y 600 colonos que la ocupan, tratando de expulsar a los alrededor de 20.000 palestinos que aún resisten. En nombre de la seguridad, el Tsahal (Fuerzas Armadas israelíes) ha coartado severamente la libertad de movimiento de decenas de miles de palestinos. Los colonos, sin embargo, tienen total libertad para desplazarse, a pesar de que su presencia sea ilegal incluso a ojos del derecho internacional.

La mayoría de viviendas y todos los comercios pertenecen a familias palestinas. Muchos de ellos han tenido que cerrar sus puertas debido a las pérdidas derivadas del cierre de la calle. Además las autoridades militares hebreas han soldado las puertas y las han marcado con estrellas de David, símbolo empleado en la persecución de la que los judíos fueron objeto en otras épocas.

Y la estampa puede ser incluso más macabra: los pocos palestinos que mantienen abiertas sus tiendas han tenido que colocar redes de alambre sobre sus locales para protegerse de la basura que arrojan sobre ellos los colonos que habitan los pisos superiores.

Por todo ello, y a la espera de que las protestas contra el apartheid de los palestinos de Hebron obtengan resultados, esta ciudad sigue siendo el espejo más nítido de la sinrazón y la política racista del Estado hebreo.

 

Imprimatu 
Gehitu artikuloa: Delicious Zabaldu
Igo