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Koparen bila!!

De La Catedral a la final, ahora sí, sí, sí, nos vamos... ¿a Madrid?

Dicen los filósofos que un clásico es algo irrepetible, porque nunca sería igual. La semifinal de hace tres años contra el Sevilla es ya un clásico en la memoria colectiva. Como lo será la de anoche ante un bravo Mirandés, donde un Athletic con enorme pegada hizo vivir a San Mamés otra noche histórica, la que le clasificó para una nueva final, la segunda en tres años. Borrachera de goles y de euforia desatada. De La Catedral, a la final. Sí, sí, sí, ahora sí que nos vamos...

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ATHLETIC 6

MIRANDÉS 2

Joseba VIVANCO

Angel Cappa, pupilo de esa inagotable cantera de filósofos balompédicos argentinos, dijo una vez que en el fútbol no se recuerdan los resultados, lo que se recuerdan son las emociones. Como las vividas anoche y la que viviremos en mayo. Cualquiera, a sus hijos, les ha martilleado con su imaginario particular sobre aquella épica final copera de 1984 y lo inenarrable del recibimiento al paso de la gabarra por la ría bilbaina. Entre egoismo por una vivencia propia y paternalismo por desear que ellos lo experimentaran, transcurrieron 24 interminables y marchitos años, 24 nada menos, de aquella cuasi experiencia religiosa. Y la anterior final ganada, no lo olvidemos, databa de 1973, ante el Castellón.

Unas cuantas generaciones infantiles, demasiadas, han penado esa sequía de títulos y hasta de finales; de emociones, en definitiva. Por suerte, en 2009, las nuevas generaciones aún imberbes se empaparon de sentimiento rojiblanco, porque a fin de cuentas, lo que recordarán para siempre serán esas emociones, que diría Cappa, no el resultado de aquella ingrata finalísima. Anoche, el Athletic, su ya para siempre Athletic desde aquel mayo de 2009, les premió con la posibilidad de revivir por segunda vez esas sensaciones y soñar, otra vez, con hacer suyo lo que durante tiempo otros les narraron. Transmitir a sus propios hijos que un día, de niños, de chavales, ellos también vivieron lo que sus padres.

Alguien dijo una vez que los partidos son hijos de cómo se presentan. Y el de ayer pintaba bien. Lo fue de inicio, además, desde el mismo arranque del himno del Athletic que fue coreado por la marea rojiblanca, bufandas y banderas al viento. Y pronto iba a botar San Mamés. Y cómo. Solo hubo que esperar a que un osado y descarado `jabato' Mirandés, que salió a embestir al león, cometiera su primer fallo, para que el más listo de la clase, Iker Muniain, remachara acertadamente a la red en el minuto 11 y poner a los de Carlos Pouso en su lugar en la cadena alimentaria.

Y volvió a botar San Mamés solo tres minutos después, sin dejar que el `jabato' mirandés se revolviera del mazazo. Iba a ser Susaeta, quien tras una enorme jugada colectiva por banda derecha, asesinara la red rival a la media vuelta tras un sibilino taconazo de Iraola. Éxtasis en las gradas, ya de por sí borrachas de euforia, que se tornaría en clímax cuando, mientras los visitantes trataban de vender cara su piel, otra rápida contra con balón colgado de Iraola acababa con Aurtenetxe poniéndola de cabeza, desde el segundo palo donde él siempre sorprende, al fondo de las mallas. Era el minuto veinte. Tres zarpazos, tres asistencias del capitán Andoni Iraola y la gente encargando ya entrada para al final.

Demasiado fácil, demasiada diferencia. No, demasiada pegada la de este Athletic, porque los de Bielsa no eran para nada un derroche de virtuosismo en su juego, ni un equipo equilibrado en sus líneas, con Bielsa demandando mayor intensidad desde la banqueta. Y eso ante un Mirandés descarado, enrabietado, valiente, jabato, con ocasiones como la del banquero Pablo Infante -le dio más trabajo a Javi Martínez que muchos delanteros de Primera- que detuvo Gorka u otras que rondaron con excesiva facilidad la meta local.

Pero el marcador era demasiada losa ante un Athletic, a ratos hasta desconocido, con un Muniain eso sí impetuoso y un Llorente buscando su gol, que acariciaba el cuarto, precisamente, en las botas de uno y otro. Pero anoche, con el resultado encarrilado, el juego ya era lo de menos. Mandaban las emociones.

Verbena de goles

Tras el merecido bocata y trago de vino, a más de uno casi se le atragantó cuando tras dos ocasiones de gol del `calvo' mirandés -salvadas por un enorme ayer Iraola-, una caraja colectiva en el sistema defensivo rojiblanco acabó con el balón en la portería de Iraizoz, empujado por Aitor. Rugía la inagotable hinchada mirandesa. Merecido. Y Bielsa volvía a saltar al césped. No le gustaba nada lo que veía.

Suerte que reaccionó la grada con sus arengas, infatigable, ronca, entregada, porque el Athletic apenas dio señales. Hasta la volvió a tener Muneta a pase del habilidoso Infante. Pero ahí estaba el `Rey León' Llorente, agazapado, para devolver al público las gracias y de sutil vaselina hacer el cuarto. «Sí, sí, sí, nos vamos a Madrid», botó La Catedral. Unos minutos después, el asistente personal del `9', De Marcos, se la puso para que hiciera el quinto. «Sí, sí, nos vamos a Madrid». Fiesta completa. Pero no estábamos todos. Solo faltó Toquero. No así Aitor, que hizo el segundo del Mirandés. Daba igual. El Athletic cerraba el partido con un sexto, de César en su propia meta. Era una fiesta y acabó en verbena. Pero ahora sí, sí, sí, nos vamos... ¡Que sí!

 

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