Desde hace años, dos tipos ocupan algunas horas televisivas, uno de ellos con bigote y txapela y el otro con aires de manitas descontextualizado, que intentan desmitificar algunas de las leyendas urbanas que nos alimentan y nos entretienen en las charlas de sobremesa, y ellos lo llaman «Cazadores de mitos», título algo sobredimensionado, porque en ocasiones a lo que se dedican es simplemente a realizar pruebas sobre materiales, experimentos sobre asuntos relacionados con la producción cinematográfica, y que al fin y la postre no son otra cosa que física recreativa. Pero son producciones en ocasiones muy dificultosas. Otras son simples cachondeos. Por ejemplo, crear una entrega sobre una discusión de amanecer en bar de carretera, ¿qué es más eficaz como obús, un pollo fresco o un pollo congelado?

Esta gente se toman en serio hasta estas cosas, o al menos es lo que nos hacen creer a los telespectadores. De alguna manera, es lo que sucede con la política española y sus ramificaciones vascas, que se entretienen con las gilipolladas más inverosímiles y dejan dormir, morir, quizás soñar a los asuntos de importancia. Los muchachos cazadores de mitos para hacer una prueba, experimentan, se crean su lanzadera, su objetivo, y lanzan los pollos. En una primera entrega no quedaron satisfechos, no de los resultados, sino de la manera que lo hicieron, por lo tanto pensaron que este asunto de tanta importancia para el desarrollo de la humanidad necesitaba de otro experimento, y lo hicieron, y colocaron nada menos que seis láminas de cristal, y lanzaron los pollos, con la misma lanzadera y quedó claro que era más eficaz el pollo congelado. Pero la diferencia era notable, inmensa, como que el fresco solamente partía seis láminas y el congelado las atravesaba dejando un hueco casi perfecto.

Así sin más, lo que hace Patxi López, manifestándose con los de Gesto por la Paz, forma parte de la misma idea de la trascendencia de los actos televisados, aunque no sabríamos decir si apuesta por el pollo fresco, o es simplemente un pollo descabezado que camina, fresco o congelado, por donde le indican los que le asesoran, le manipulan o lo sostienen con hilos de seda. Menudo pollo.