Mikel INSAUSTI

El cine europeo sigue siendo la fuentede vida creativa para Hollywood, una industria que se nutre como antaño de los jóvenes talentos venidos del viejo continente. Y a nada que les dejen libertad para manejar los medios a su alcance, los recién llegados saben demostrar que la comercialidad no está reñida con el buen espectáculo, lo que en el caso concreto de Daniel Espinosa ha sido como manejar un juguete caro a su antojo. El cineasta sueco de origen chileno se situó con su impactante thriller “Dinero fácil” a la cabeza de los nuevos realizadores que están dinamitando el género, a base de imprimirle un realismo documental que casa muy bien con la descripción de los ambientes delictivos y carcelarios. Espinosa ha tenido claro desde el preciso momento en que recibió el encargo de dirigir una película para los productores de la saga “Bourne”, la necesidad de imprimir a la acción una tensión física como la transmitida por el inglés Paul Greengrass. Y lo consigue de cabo a rabo en “Safe House”, gracias a la fuerza de las localizaciones sudafricanas, con las calles de Ciudad del Cabo como principal escenario de las persecuciones, junto con uno de los estadios construidos para el Mundial de Fútbol o con las chabolas del gueto de Langa.

En el fondo toda la película es una constante huida que concluye violentamente en la mejor tradición de Sam Peckinpah, con una dura pelea en la que los contendientes se golpean y vuelan por los aires atravesando los cristales de las ventanas, como si se tratara del desenlace de un western. Lo que cambia es el sentido conspirativo de la trama previa, y que remite a la actualidad de la corrupción política al más alto nivel y de los archivos secretos revelados por Wikileaks. Nadie se salva de la quema, pero el elemento humano es fundamental mientras existan dudas razonables y la posibilidad de desertar, tal como lo expresa con su convincente solidez interpretativa Denzel Washington, dispuesto a echarle además una mano al novato Ryan Reynolds.