Munilla considera el aborto como un «suicidio sicológico y moral de la mujer»
Una persona indigente encontró un bebé en la puerta de una iglesia y, según relató, los parroquianos le negaron el auxilio, por lo que optó por llevarlo a una cercana estación. El obispo de Donostia obvia esta versión y destaca que junto a la iglesia hay una clínica abortista.
GARA | DONOSTIA
El 29 de enero, domingo, un hombre sin hogar halló un bebé de cinco días abandonado en la entrada de la iglesia de los Padres Carmelitas de Donostia. Días después se supo que la madre -una mujer sin recursos económicos que estaba siendo atendida por una asociación benéfica- había sido imputada por un delito de abandono de menores.
Este hecho ha sido utilizado por el obispo de Donostia para publicar un artículo de opinión en el que arremete contra quienes defienden el derecho de la mujer a interrumpir voluntariamente el embarazo.
José Ignacio Munilla afirma que le «llamó la atención que aquella noticia corriese como la pólvora por la ciudad y el resto de la provincia» y que tuvo la sensación de que «se hablaba de ella con la misma admiración y extrañeza como cuando salta la noticia en el barrio de un premiado por la lotería». «Recuerdo -añade- haber escuchado en aquellos días a muchas personas exclamaciones de este tenor: `Ya me lo podían haber dado a mí'.»
A partir de ese punto, el texto del obispo toma un derrotero sorprendente: «Pues bien, no es mi intención `aguar la fiesta', pero pienso que el hecho de que aquel suceso haya `pasado de largo', sin una reflexión crítica sobre los valores contradictorios de nuestra cultura, es un síntoma más de la dictadura del relativismo que padecemos, que nos prohíbe salirnos de la `partitura' de lo políticamente correcto».
Munilla obvia en su artículo que la versión que corrió «como la pólvora» por la ciudad y que ha quedado impresa en varios periódicos incluye la denuncia que el propio indigente que encontró al bebé en una bolsa de plástico sobre la actitud que mostraron los feligreses que en aquel momento se encontraban en la citada iglesia donostiarra. Según la versión que ofreció el involuntario protagonista, nada más percatarse de que dentro de la bolsa no había ropa, sino un bebe recién nacido, se dirigió «a los parroquianos» de la iglesia. «Pero se negaron. ¡Qué hijos de puta!», declaró al «Noticias de Gipuzkoa».
Posteriormente, se dirigió a la cercana estación de EuskoTren en Amara, donde un guarda de seguridad que le conocía fue quien se hizo cargo del bebé y llamó a emergencias.
De una puerta a otra
El obispo de Donostia, por su parte, destaca que «a escasos metros de la puerta» de la iglesia de los Carmelitas «existe otra puerta muy distinta», la de una clínica donde se practican abortos. Y de ahí pasa a elucubrar con que si la mujer que abandonó a su bebé hubiera acudido a la clínica a abortar «no habría sido noticia, ni habría sido detenida, ni tendría que afrontar ahora la previsible pena de dieciocho meses a tres años de cárcel por abandono de un menor.... ¿El mundo al revés? Lo cierto es que la vida ha triunfado sobre la muerte en este caso».
Luego afirma que «el feminismo que reivindica el aborto como instrumento de emancipación de la mujer vive de espaldas a la realidad» y exclama que «¡El aborto se ha traducido en un suicidio demográfico, sicológico y moral de la mujer!», después de haber comentado que «el aborto se ha convertido en una criba selectiva del sexo, de forma que hay países como China en los que nacen 119 niños por cada 100 niñas».
El obispo mantiene que «el aborto no es un mal aislado, sino un signo de una sociedad enferma». Y, como «botón de muestra», dice que «las clínicas abortistas no tienen problema alguno para publicitarse», mientras que los anuncios de la Iglesia católica sobre la educación religiosa «son censurados», en alusión a EITB.
El obispo de Donostia aprovecha el caso de un bebé abandonado para arremeter contra el aborto. El hombre que encontró al recién nacido en la puerta de una iglesia de la ciudad relató que los feligreses le negaron el auxilio.