Rason, una estrecha ventana de Corea del Norte al mundo occidental
Corea del Norte ha iniciado una experiencia de apertura a la economía occidental al estilo de las regiones económicas con las que China atrajo las inversiones extranjeras. Su objetivo sería sobre todo la inversión china. A pesar de lo precario de las infraestructuras en la región de Rajin-Sonbong (Rason), se aprecian diferencias con el resto del país.
Marianne BARRIAUX | AFP
En la zona económica de Rason, en el noreste de Corea del Norte, todavía muy aislada, pero que se abre poco a poco al mundo exterior, obreros chinos se alojan en tiendas a lo largo de una carretera en construcción mientras otros rusos construyen una vía férrea.
Los norcoreanos pueden comprar jabón Lux o dentífrico Colgate en un animado mercado. No lejos de allí, empleados chinos de una pescadería beben cervezas en un bar donde la electricidad se corta a menudo. El régimen de Pyongyang espera hoy atraer las inversiones extranjeras a la zona de Rajin-Sonbong (conocida abreviadamente como Rason), gracias a los incentivos fiscales, una mano de obra barata y su proximidad a Rusia y sobre todo a China, que busca un acceso al mar de Japón. «Cuando nuestro dirigente (en referencia a Kim-Jong Il, padre del actual líder Kim-Jong Un) vino a visitarnos en 2009, nos llamó a relanzar la economía en la zona económica y comercial con tres pilares», que son la industria manufacturera, la logística y los transportes, así como el turismo, declara el alcalde adjunto de Rason, Hwang Chol-Nam, a un grupo de periodistas extranjeros excepcionalmente invitados a Corea del Norte.
«Actualmente, hay mucho interés por parte de las industrias en la mano de obra. Muchas empresas textiles chinas, e incluso taiwanesas, dicen querer construir fábricas en Rason», opina.
Penurias de alimentos y energía
Las autoridades quisieran también atraer a los fabricantes de componentes electrónicos, armadores y constructores de automóviles a esta zona donde todavía dominan las estatuas de la dinastía de los Kim. Sobre la costa oeste, en Kaesong, Corea del Norte dispone ya de una zona donde 46.000 norcoreanos trabajan para empresas del Sur.
De una manera general, la economía norcoreana, en la que el mercado no juega aún más que un papel limitado, sufre notables penurias alimentarias y de electricidad, agravadas por las sanciones internacionales impuestas a causa del programa nuclear de Pyongyang.
Los cortes de corriente también afectan a la zona de 470 kilómetros cuadrados compuesta por las ciudades de Rajin y Sonbong, que sufre también de deficientes telecomunicaciones y de infraestructuras. No hay acceso a internet en la región, las conexiones telefónicas siguen siendo caras y poco fiables. Algunos habitantes tienen teléfonos móviles, pero los extranjeros los ven confiscados al entrar al país.
Estos inconvenientes no han enfriado el entusiasmo chino y ruso. China construye una carretera de 53 kilómetros que serpentea entre extensiones de maíz salpicadas con casas blancas con tejados de teja. Debe unir la frontera con la zona mientras que la línea ferroviaria hacia la zona económica rusa de Khasan debe acabarse a finales de este año.
Las grúas que jalonan los tres embarcaderos en las orillas del puerto de Rajin están oxidadas. Durante nuestra visita, sólo un viejo barco ruso estaba amarrado con varias frágiles embarcaciones de pesca.
Según Hwang, proyectos existentes para modernizar el puerto, que permitiría transportar mucho más rápidamente hacia el mar las mercancías provenientes del noreste chino.
China y Rusia
China habría alquilado una de los tres muelles mientras que Rusia ha firmado el arrendamiento por 50 años de otro, según Andray Abrahamian, director de la organización Chosun Exchange, que promete intercambios con Corea del Norte.
Según Hwang, están previstas las construcción de una central eléctrica de carbón por los chinos, que permitirá paliar la falta de energía en la región, así como una gran cementera.
Una sociedad tailandesa debe igualmente llevar internet, pero el adjunto al alcalde reconoce que las páginas no profesionales serán probablemente bloqueadas. «Todo esto puede ser visto como una forma de experimentar las reformas de una región que no es el centro político del país y de reforzar los lazos estratégicos con China en particular y con Rusia, según Abrahamian.
Los expertos dudan, no obstante, de que este comienzo de apertura se generalice al conjunto del país. El propio Hwang no hace ninguna comparación con las zonas económicas creadas por China en los años 80, que abrieron la vía a los capitales extranjeros en el país, convertido en la segunda economía mundial.
«El enfoque norocoreano parece orientarse a mantener zonas pequeñas, limitadas y casi herméticamente aisladas», según Brian Bridges, un profesor de ciencia política en la universidad Lingan de Hong Kong.
Abrahamian constata de todas formas que los habitantes de Rason parecen tener un poder de compra un poco más elevado que hace varios años. En un mercado, se encuentra un poco de todo: carne de cordero, ropas, linternas o productos de belleza, la mayor parte importados de la vecina China.
Hwang admite que las sanciones internacionales -que no incluyen ni los textiles ni la mayor parte de los productos que las empresas extranjeras construirían en Rason- hacen dudar a los inversores. «Algunos contratos que han dado lugar a la firma de los acuerdos no se han materializado a causa de las sanciones de la ONU y de Estados Unidos».