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CRíTICA cine

«Declaración de guerra» Atrincherados en el hospital

Mikel INSAUSTI

Declaración de guerra” es la demostración fehaciente de que se pueden hacer películas conmovedoras sin necesidad de caer en los convencionalismos melodramáticos. Es mejor llorar como cinéfilo que hacerlo como un espectador chantajeado emocionalmente, y Valérie Donzelli sabe apelar a ese doble sentimiento de los que vamos habitualmente al cine a lo largo de nuestras vidas. Quienes padecimos antes el síndrome del celuloide, o ahora el del digital, que lo mismo da, sufrimos la tendencia a reaccionar ante escenas de la vida real, como si viviéramos dentro de un musical o de una comedia, lo que suele servir de antídoto ante el dolor. La actriz, guionista y realizadora francesa utiliza dicho recurso en la pantalla con total éxito, ya que de no haberlo hecho el delicado tema médico que trata estaría al servicio de la consabida tragedia, puesto que no hay nada más duro en este mundo que ver a un niño indefenso siendo sometido a interminables pruebas hospitalarias y a graves operaciones quirúrgicas.

La música lo es todo en “Declaración de guerra”, con una selección de partituras y canciones montadas con nervio y pleno sentido del tiempo narrativo. La clave está en las enseñanzas del maestro Jacques Demy y su reivindicación por parte de la última ola del cine francés, de la que Valérie Donzelli se sitúa a la cabeza con su segundo largometraje. La secuencia en que ella canta a dúo con Jérémie Elkaïm una canción de su amigo Benjamin Biolay resume toda la película. Los dos forman una pareja valiente dentro y fuera de la pantalla, sobre todo al reconocer que la dura experiencia que cuentan pudo con su relación sentimental, aunque ese desgaste sirvió para ver cumplido su objetivo, que no era otro que luchar por la vida de su hijo, por su curación. De ahí lo oportuno del título, puesto que la victoria final tiene el sabor agridulce que provocan las batallas perdidas y las inevitables bajas o daños internos causados por el enemigo, disfrazado de destino cruel e injusto a superar.

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