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Hay condiciones para una respuesta masiva

La mayoría sindical ha convocado una jornada de huelga general para el próximo 29 de marzo en contra de la reforma laboral aprobada por el Gobierno español y en favor de los derechos sociales y laborales. Y ha llamado a la huelga respondiendo también a una demanda generalizada de la ciudadanía, que está sufriendo las consecuencias de una política contraria a sus derechos y que necesita, y exige, responder contundentemente a tantos desmanes. De hecho, las movilizaciones locales, comarcales y sectoriales se están sucediendo a lo largo y ancho de este país prácticamente todos los días, y están cosechando una amplia respuesta. La movilización convocada esta tarde en Barakaldo en defensa del empleo y la industrialización en Ezkerraldea es un claro ejemplo del ánimo existente en estos momentos en la sociedad.

Las condiciones están dadas para que la huelga tenga una respuesta masiva, ya que las trabajadoras y trabajadores de este país, cada vez más golpeados por el paro y la precariedad, han mostrado una disposición total para hacer frente a las agresiones. A las centrales sindicales les corresponde acompañarles en sus demandas, igual que al resto de agentes sociales y políticos. Los sindicatos convocantes han demostrado en los últimos años una gran capacidad de convocatoria y, dado el contexto económico y político, la jornada de paro y movilización del 29 de marzo podría alcanzar una dimensión histórica. Para ello, en cualquier caso, será necesario trabajar durante las próximas semanas en barrios, pueblos y ciudades, en la calle y en las fábricas, y apostar por la unidad frente al adversario común.

Por otro lado, una huelga general no es solo un mecanismo de protesta, sino también una poderosa herramienta para plantear alternativas, a partir de las cuales construir un modelo socioeconómico diferente. En este sentido, esta nueva movilización popular debe servir para avanzar hacia un nuevo espacio en el que Euskal Herria tenga la capacidad de decidir su futuro y donde pueda implementar las políticas que decidan sus ciudadanos y ciudadanas, sin que otros impongan las suyas desde Madrid, París o Bruselas.

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