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Asier Azkarraga, Eneko Pou, Iker Pou (*) Sobrinos de Joseba Azkarraga

En apoyo de nuestro tío

En esta vida no se debe difamar a nadie sin haber contrastado antes toda la información, sin haber constatado que dichas acusaciones son ciertas

Esta será una de esas cartas que, dependiendo a los medios a las que vaya dirigida será publicada o no..., primero porque podría atentar contra intereses partidistas y segundo porque ¿a quién le interesa el daño que por esos mismos intereses se le pueda hacer a una persona? Por ello y ante todo quere- mos desproveer esta carta de cualquier contenido político y centrarla exclusivamente en el apoyo a un miembro de nuestra familia, Joseba Azkarraga, nuestro tío y una de las mayores referencias personales que hemos tenido, discreto, trabajador y sobre todo un ejemplo de honestidad.

Él no necesita esta clase de cartas, pero nosotros, sus sobrinos, y aunque podamos tener distintas sensibilidades políticas, tenemos la necesidad de mostrar públicamente nuestro máximo apoyo y cariño a nuestro tío, en una de las etapas más duras que le ha tocado vivir. Los que le conocemos sabemos de su enorme autoexigencia y honestidad, por ello toda sospecha y duda sobre su gestión al frente del Departamento de Justicia, pero sobre todo las acusaciones infundadas a su persona, es de lo más duro que sin duda puede soportar.

Y aquellos que han levantado el dedo acusador, decirles que en esta vida hay que anteponer los valores morales e íntegros de las personas por encima de rencillas y acusaciones políticas. Sí señores, la honestidad y credibilidad de una persona no se puede derrumbar de golpe y porrazo por intereses políticos, la pelea política es loable, pero hay umbrales que nunca se deben traspasar. Pero no queremos centrar estas líneas en esos derroteros políticos, sino que hablamos de sentimientos humanos tan legítimos, sino más, que los fines meramente electorales.

En esta vida no se debe difamar a nadie sin haber contrastado antes toda la información, sin haber constatado que dichas acusaciones son ciertas, pero sobre todo sin haber debatido con los anteriores responsables las posibles dudas que pudiera ver. Claro está que si lo que se busca son otros fines entonces de nada sirve lo anterior. Entonces los acusadores no actúan con honestidad sino con otro interés: «el fin justifica los medios». Porque sí señores, estos días, más que nunca, es lo que habéis hecho con la figura de nuestro tío, habéis ondeado la bandera maquiavélica por todo lo alto...porque todo vale para alcanzar los medios... ¿verdad? Y ahora, cuando ya todos los medios implicados en tales acusaciones empiezan a recular y a transformarlas en meras «incidencias administrativas», es cuando el daño ya ha sido hecho, no solo a nuestro tío sino además a personalidades que ya no están con nosotros, como Sabin Intxaurraga. El objetivo está cumplido. Entonces, ¿quiénes serán los que limpien la imagen y el nombre de nuestro tío?. En un país con una salud democrática idónea cabrían las disculpas, sin embargo, ese país no existe aquí, de modo que habrá que conformarse con el viejo dicho castellano de «el tiempo lo cura todo», ¿verdad? Lo sentimos por vosotros, porque a esta familia nunca nos encontraréis ahí. Ánimo Joseba, hoy más que nunca estamos contigo.

(*) También firman este artículo Itxaso Azkarraga, Ekaitz Azkarraga y Oier Azkarraga.

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