Kosovo celebra sin fastos sus cuatro años como Estado independiente
Kosovo celebró ayer sin grandes fastos el cuarto aniversario de su independencia de Serbia, aunque sigue siendo incapaz de imponer su autoridad en el conjunto de su territorio y de erradicar la pobreza y, sobre todo, la corrupción generalizada que ha denunciado la Unión Europea. Los serbios de Kosovo volvieron a expresar esta semana, en un referendo sin consecuencias legales, su rechazo a las instituciones kosovares.
Ismet HAJDARI (AFP) | PRISTINA
Una modesta ceremonia con un desfile de varias unidades de las fuerzas de seguridad de Kosovo por la principal avenida de Pristina, su capital, entre los vítores de miles de personas que ondeaban banderas kosovares y de EEUU, el principal aliado del Estado más joven de Europa, fue el acto central con el que el país celebró sus cuatro años de independencia.
Desde una plataforma erigida en la plaza central, la presidenta kosovar, Atifete Jahjaga, y el primer ministro, Hashim Thaci, se digirieron a los concentrados. Jahjaga afirmó que «todos los ciudadanos (...) ven el futuro de Kosovo en el seno de la UE y de Otan y en una amistad eterna con Estados Unidos».
En un telegrama, cuyo contenido fue hecho público en Pristina, el presidente estadounidense, Barack Obama, saludó «los progresos significativos» realizados por Kosovo en «la edificación de una democracia pluralista, tolerante y multiétnica en el corazón de los Balcanes».
Obama aseguró a Kosovo el apoyo de Washington y dijo confiar de su futura «integración en el seno de la comunidad euroatlántica».
El cuarto aniversario de la independencia kosovar, reconocida por noventa países, se vio ensombrecido por un referendo organizado el martes y el miércoles en el que el 99,74% de los serbios del norte del territorio rechazaron una Kosovo independiente y denunciaron las concesiones realizadas, a su juicio por Belgrado bajo la presión de Bruselas.
Golpe al diálogo
Esa consulta no tiene consecuencias legales, pero es percibida como un golpe a los esfuerzos para resolver las diferencias entre Pristina y Belgrado.
La UE debe pronunciarse pronto sobre la petición serbia de obtener el estatuto de candidato a la adhesión, pero antes exige progresos en las negociaciones entre Serbia y Kosovo, que Bruselas impulsa. Ya se han logrado ciertos acuerdos, lo que desagrada a los serbios del norte de Kosovo.
En Pristina, la consulta ha demostrado una vez más que la tercera parte de los serbios que viven en Kosovo se niega a reco- nocer su autoridad.
Por eso, el analista político Artan Mustafa afirma que «podemos decir que Kosovo celebra su independencia truncada».
Un total de 120.000 serbios residen en Kosovo, que tiene dos millones de habitantes, y dos tercios de ellos viven en el sur del país, rodeados por la mayoría albanesa, y están más abiertos a la cooperación con las autoridades kosovares.
Pero además de a los serbios del norte de su territorio, Kosovo se enfrenta a la pobreza extrema. El desempleo golpea al 40% de la población y un 15% de ese porcentaje vive en la extrema pobreza con un euro al día, según datos del Banco Mundial.
En pasado mes de octubre, Bruselas expresó su «profunda preocupación» frente a la «corrupción generalizada» en el país y a la «capacidad limitada» de sus autoridades para «investigar este tipo de delitos».
Kosovo se encuentra bajo una especie de supervisión internacional desde el final de la guerra serbo-kosovar (1998-1999). Las misiones de Naciones Unidas y de la UE así como una fuerza desplegada por la OTAN tienen una importante presencia.
«El reconocimiento fue un error que viola el derecho internacional. Este error puede ser subsanado si serbios y kosovares encuentran una solución aceptable», señaló a AFP Milivoje Mihajlovic, portavoz del Gobierno de Serbia.
Por la tarde, en Belgrado, alrededor de 200 personas se manifestaron bajo una intensa nevada para denunciar la independencia de Kosovo. Respondiendo a la llamada de una organización ultranacionalista, los manifestantes gritaban «¡Kosovo es el corazón de Serbia!» y otras consignas hostiles hacia el liderazgo del reformista presidente serbio, Boris Tadic.
El Gobierno de Mariano Rajoy mantendrá la postura de que el Estado español no reconozca la independencia de Kosovo ni establezca relaciones diplomáticas con Pristina porque contraviene el derecho internacional y la integridad territorial de Serbia, indicaron fuentes del Ministerio de Asuntos Exteriores a Efe. Así, el Ejecutivo del PP comparte la tesis que ya defendió el Gobierno del PSOE.
El ministro español de Exteriores, José Manuel García-Margallo, no se ha pronunciado al respecto pero las mismas fuentes indicaron que respalda las razones «políticas y jurídicas» sostenidas hasta la fecha para rechazar el nacimiento de Kosovo como Estado.
Hasta la fecha, la independencia de Kosovo ha sido reconocida por casi noventa estados. El español es uno de los cinco socios de la Unión Europea, junto con Rumanía, Eslovaquia, Grecia y Chipre, que se opone a dar ese paso. igual que Rusia, China, India y muchos países de América Latina.
Hace cuatro años, cuando Kosovo se proclamó independiente, fuentes gubernamentales admitieron que ese hecho podría servir de precedente para la autoproclamada república turcochipriota o para las surcaucásicas de Abjasia y Osetia del Sur, pero rechazaron que pudiera servir como argumento por los movimientos independentistas en Euskal Herria y Catalunya, al considerar que el Estado español es «un viejo país con muchos siglos de historia detrás» y que, además, «está dentro de la UE». Esas fuentes estimaron que vincular la cuestión de Kosovo con los nacionalismos vasco y catalán solo puede hacerse desde un punto de vista distorsionador y malintencionado. GARA
Doscientas personas secundaron en Belgrado el llamamiento de una organización ultranacionalista para reivindicar Kosovo como parte de Serbia y denunciar la actitud del presidente serbio, Boris Tadic.