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Raimundo Fitero

Alcatraz

Cuestión de credulidad. El misterio, lo sobrenatural, el realismo mágico, los zombis, el terror creado a partir de lo desconocido o lo irregular forma parte de un género o de varios que tiene una gran aceptación. Si a ello se le une cárceles, asesinatos, policías, nueva tecnología, nos encontramos ante un producto televisivo pensado para arrastrar a un amplio espectro de posibles televidentes. Todo esto tiene «Alcatraz», una serie que emite La Sexta la noche de los miércoles en la que sus protagonistas se dedican a ir encontrando a presos de ese penal que tras una explosión desaparecieron, y que fueron dados por muertos, y ahora vuelven reencarnados en sí mimos, cometiendo los mismos crímenes que antaño y, lo más sorprendente e increíble, manteniendo la misma cara y la misma edad, el mismo comportamiento que cuando fueron detenidos y condenados.

Pese a su buen formato, la calidad de la producción, el esfuerzo del reparto por cumplir su misión con eficacia, al tercer capítulo uno se cansa, porque son exactamente iguales, suceden unos casos previsibles, aparece el actor de humanidad monumental, de apellido García y que se dio a conocer en la serie «Desaparecidos», y después de levantar la liebre, se trata de seguir una serie de incidencias particulares de cada entrega pero que terminan exactamente en el mismo destino. Podría decirse que de eso se trata: todas las series son identificables por mantener un mismo esquema, por no desviarse de lo aceptado y reincidir en los procesos. Pero entonces entra la cuestión del grado de credulidad.

Si uno tiene problemas para engancharse con este tipo de relatos, si la parte policial se manifiesta siempre con un esquema demasiado constreñido, es lógico que pierda interés, que se vea de soslayo, un momentito, en un corte publicitario de otras cadenas y para convencerse de esa repetición, esquema inamovible y actuaciones excesivamente codificadas. Tiene pinta de serie grande y se nos está reduciendo por lo anteriormente expresado, no encontramos sorpresa ninguna, ni nos da miedo y para colmo los viajes al pasado los hemos visto mejor resueltos en otras series policiales de mayor proyección.

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