Mikel INSAUSTI

El guionista Fred Cavayé se confirma con su segundo largometraje en la realización como un revitalizador del “polar”,  género que adecuó la serie negra a los gustos del mercado francófono. Sabe conjugar las lecciones del maestro Jean-Pierre Melville, sobretodo a la hora de economizar los diálogos y reducirlos a la minima expresión, para sumarse al estilo de thriller físico y verista que se impone hoy en día. No es de extrañar que su ópera prima “Cruzando el límite” fuera objeto de un “remake” anglosajón por parte de Paul Haggis, estrenado con el título de “Los tres próximos días”. Guiado por las mismas premisas de su anterior trabajo, en “Cuenta atrás” trata de llevar todavía más lejos el pulso de la acción, haciendo que las persecuciones sean más constantes y contagien a todo el metraje de una sensación de vértigo y trepidación. El recurso argumental para convertir la película en una loca carrera sin fin consiste en la aceleración del ritmo de vida cotidiano, a partir de un suceso violento que altera bruscamente la existencia de un hombre corriente, el cual se ve inmerso en una intrincada trama criminal sin tiempo material para detenerse por un instante a conseguir comprender lo que ocurre a su alrededor.

La actualización del modelo clásico instaurado por Hitchcock en obras tan influyentes como “Con la muerte en los talones” pasa por ajustarse, sin mayores complicaciones, a las tensiones propias de la estresante sociedad moderna. Los problemas del tráfico urbano, con sus atascos y demás, se prestan a la vuelta a las carreras a pié, fugas por escaleras o ventanas y otras situaciones que ponen a prueba la resistencia del antihéroe de turno. Gilles Lellouche cumple esa función, sacando a relucir el dinamismo del que cualquier ciudadano normal es capaz cuando su familia es puesta en peligro, por lo que su comportamiento básico está siempre justificado. Tal vez no tanto el de sus enemigos potenciales, que resultan ser personajes igual de esquemáticos que el propio guión.