Las protestas obligan a Obama a pedir perdón por la quema de coranes
Después de tres días de protestas por la quema de coranes, el presidente estadounidense, Barack Obama, pidió en una carta enviada a su homólogo afgano disculpas por «el maltrato no intencionado de material religioso en la base aérea de Bagram». Las manifestaciones de ayer se cobraron la vida de otras cuatro personas, con lo que ya son una docena los fallecidos desde el inicio de las movilizaciones. Los talibanes llamaron a matar a los soldados extranjeros.
GARA | KABUL
El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, envió ayer una carta su homólogo de Afganistán, Hamid Karzai, para pedirle disculpas por la que quema de ejemplares del Corán por parte de soldados estadounidenses.
«En la carta entregada por el embajador Ryan Crocker, el presidente expresa nuestro pesar y nuestras disculpas por el maltrato no intencionado de material religioso en la base aérea de Bagram», dijo el portavoz de la Casa Blanca, Tommy Vietor.
Pero ni las disculpas de Obama ni el llamamiento a la calma de Karzai aplacaron el enfado de los afganos, que ayer volvieron a salir a la calle por tercer día consecutivo dejando un saldo de, al menos, cuatro muertos.
Según informó el director del hospital regional de Baghlan, en el norte del país, al menos un manifestante murió y otros tres resultaron heridos por disparos.
En Khogyani, en la provincia de Nangarhar, un uniformado afgano mató a dos soldados estadounidenses. Asimismo, dos manifestantes perdieron la vida y siete sufrieron heridas después de que fuerzas de la OTAN abrieran fuego contra un grupo de hombres que atacaron la base militar estadounidense.
En la provincia de Uruzgan, otras dos personas fallecieron en los enfrentamientos con las fuerzas de seguridad afganas.
En Mehtar Lam, capital de la provincia de Laghman, al este de Kabul, unas 3.000 personas se manifestaron al grito de «¡Muerte a Estados Unidos!». Los manifestantes quemaron muñecos con el rostro de Obama y atacaron un inmueble de la PRT (equipos de reconstrucción de la OTAN, integrados por civiles y militares).
En la provincia de Faizabad, en el norte del país, unos 400 manifestantes lanzaron piedras y prendieron fuego a coches en una base militar noruega.
El complejo militar, que se encuentra en la frontera con Turkmenistán, alberga a unos 500 soldados y civiles de Noruega, Letonia, Macedonia, Islandia y Estados Unidos.
El embajador noruego en Kabul, Tore Hattrem, informó de que no hubo heridos y que solo se produjeron daños materiales mínimos en la base.
En Bagrami, al sureste de Kabul, cerca de medio millar de personas se manifestaron al grito de «Larga vida al Islam, larga vida al Corán!» y «Muerte a EEUU». Hubo dos heridos.
En este contexto, los talibanes llamaron a los afganos a matar a soldados extranjeros. «Para defender el libro santo debéis atacar valientemente las bases militares de los invasores, sus convoyes militares, matarlos, capturarlos, golpearlos y darles una lección, parque no osen nunca más a insultar el santo Corán», subrayó el portavoz talibán Zabihullá Muyahid.
No obstante, aseguró que este llamamiento no afecta a las conversaciones que mantienen con Washington en Doha.
Hamid Karzai declaró ayer ante un grupo de parlamentarios afganos en el Palacio Presidencial que los ejemplares del Corán habían sido quemados por un oficial del Ejército de EEUU que actuó con «ignorancia y una deficiente comprensión» sobre la importancia del Corán.
El conflicto en Afganistán causa 400 desplazados al día, según Amnistía Internacional. En la actualidad, advirtió, medio millón de afganos viven en campamentos, lejos de sus hogares. «Medio millón de afganos desplazados por la contienda están intentando sobrevivir en refugios provisionales, abandonados por su Gobierno y mientras los donantes internacionales miran para otro lado», remarcó ayer en la presentación del informe «Huir de la guerra, hallar miseria: la situación de los desplazados interiores de Afganistán».
De acuerdo a los datos que ofreció, en los alrededores de Kabul hay unas 35.000 personas repartidas en 35 zonas chabolistas y en ellas han muerto al menos 28 niños durante el invierno debido a las duras condiciones climatológicas. «Están al borde de la inanición y el Gobierno no solo está mirando para otro lado, sino que impide que les llegue la ayuda», resaltó Horia Mosadiq. «Los funcionarios locales restringen la llegada de ayuda porque aducen que esa gente se va a ir de allí. Esta es una crisis de derechos humanos y humanitaria casi escondida, pero terrorífica», remarcó.
AI exigió al Gobierno que proporcione refugio, comida, agua y cuidado sanitario a los refugiados y que garantice la protección y educación de los niños refugiados e identifique a la población en los campamentos. GARA