Los participantes en la conferencia sobre Somalia que tuvo lugar ayer en Londres, asumieron una larga lista de compromisos con la esperanza, aún muy débil, «de restablecer la seguridad y la estabilidad» en este país devastado por 20 años de guerra civil, y de neutralizar «a los piratas y los terroristas».

El primer ministro británico, David Cameron, anfitrión de la conferencia que reunió a representantes de cuarenta países y una docena de organizaciones internacionales como la ONU, la UE, la Unión Africana y la Liga Árabe, dijo sentirse animado por «los primeros signos de frágiles progresos» en «un camino que promete ser largo».

«El mandato de las instituciones federales de transición termina en agosto de 2012. No puede haber otras prórrogas», destacaron los firmantes, insistiendo en que la futura asamblea, sea representativa de las opiniones del pueblo somalí y de todas las regiones». Cameron precisó que el nuevo Gobierno, que sustituirá en agosto al actual de transición, estará formado «en un 30% por mujeres, todas las regiones estarán representadas y debe estar limpio de corrupción».

La secretaria de Estado de EEUU, Hillary Clinton, calificó el proyecto como «ambicioso» pero, escarmentados por los fracasos de planes anteriores, diplomáticos familiarizados con el caso no ocultaron en privado cierto escepticismo.

Cameron, por su parte, se refirió a la creación de «consejo de gestión financiera» que tendría como objetivo verificar que la ayuda internacional no es desviada. Después de salir del estado de hambruna -al menos de forma oficial- el país tiene a un millón de sus habitantes huido en otros estados, se encuentra minado por la corrupción y acoge a cuatro ejércitos africanos que luchan contra los rebeldes islamistas shebab.

El comunicado final reúne un catálogo de promesas de apoyo político, financiero y humanitario, acompañadas de advertencias y de estrictas condiciones. El presidente somalí, Sharif Sheikh Ahmed, y el primer ministro, Ali Mohamed Abdiweli estuvieron presentes, junto con representantes de las regiones separatistas de Puntland y Galmudug.

Entre las decisiones más recientes incluyen la decisión de la ONU para reforzar el personal de la Amisom (fuerza de la Unión Africana) aumentándola a 18.000 hombres. Su despliegue y el de otras fuerzas extranjeras -de Kenia y de Etiopía- han provocado el repliegue de los insurgentes shebab, que han dejado la capital y su bastión de Baidoa, pero que aún mantienen el control de muchas áreas. Ayer los islamistas se comprometieron a luchar «por todos los medios posibles, contra los resultados de la conferencia de Londres». «Los firmantes de la conferencia de Londres no tienen la llave del futuro o la estabilidad de Somalia», agregaron. Los insurgentes insistieron en que «no vamos a transigir en nuestras creencias y metas para establecer un gobierno basado en la sharia, vamos a luchar a la cruzada occidental«.

El primer ministro somalí, Abdiweli Mohamed Ali, dijo que vería bien posibles ataques localizados desde el aire contra campamentos de Al Shebab, «si no causaran bajas civiles», pero Hillary Clinton, descartó tal posibilidad afirmando que «no sería una buena idea».