Tanto McBride como Maskey tienen un perfil muy parecido. Comenzaron a militar muy jóvenes en ANC y Sinn Féin, respectivamente, conocieron la cárcel por su actividad resistente, participaron activamente en los procesos de negociación sudafricano e irlandés, fueron elegidos miembros de sus parlamentos como consecuencia de esos procesos y han tenido responsabilidades en la creación de cuerpos policiales que dejaran atrás el sectarismo de épocas pasadas, según destacó Pernando Barrena, que ejerció de anfitrión en nombre de la izquierda abertzale y compartió mesa con ambos en el hotel Tres Reyes de la capital navarra.

Ambos subrayaron que el proceso irlandés y el sudafricano no han logrado superar siglos de segregación y que actualmente es necesario seguir trabajando para alcanzar sus objetivos, pero destacaron la impor- tancia de la decisión tomada en su momento de impulsar un proceso de negociación. «Las dos partes nos dimos cuenta en Sudáfrica de que era preciso comenzar a dialogar», explicó McBride.

El proceso sudafricano fue, en su momento, una fuente de inspiración para los republicanos irlandeses, que optaron por una vía similar después de décadas de movilizaciones. «En esos momentos, para nosotros fue muy importante la solidaridad internacional recibida de movimientos de otros países, como Herri Batasuna», subrayó Maskey, gran conocedor de Euskal Herria y que reconoció estar encantado de encontrarse ayer en Iruñea.

Al igual que en Irlanda, la experiencia de la nueva Sudáfrica ha servido para iniciar procesos de resolución en otros países africanos, como la República Democrática de Congo, Burundi y Sudán del Sur, el último país que se ha independizado en el mundo, así como en Timor Oriental, que también alcanzó la soberanía.

Sin embargo, la voluntad de iniciar un proceso de solución basado en el diálogo no está exenta de obstáculos. McBride recordó que cuando comenzaron las conversaciones con el Gobierno del apartheid, los miembros del ANC, incluido su líder, Nelson Mandela, estaban en prisión y eran considerados como «terroristas» por EEUU. Sin embargo, finalmente el proceso concluyó con éxito. Hasta el punto de que quienes calificaban de «terroristas» a los miembros del ANC -el Partido Nacional del apartheid- se han convertido hoy en una formación residual en Sudáfrica.

En este tipo de encuentros, las preguntas del público suelen ser tan interesantes como las exposiciones de los ponentes y ayer no fue una excepción. Más allá de la barrera idiomática -hubo traducción automática del inglés al euskara y al castellano-, pudieron formularse cuestiones como si a los sudafricanos y a los irlandeses les reclamaron constantemente pedir perdón a las víctimas del otro bando, «tal y como hacen aquí con la izquierda abertzale, a la que un día le piden una cosa y al día siguiente otra más».

Pues sí. En Irlanda hubo, y hay, demandas similares. «Cada día nos venían con esa exigencia. Y hoy en día también algunos siguen demandándonos lo mismo», explicó Maskey, quien añadió que, después de años de proceso en marcha, todavía sigue funcionando un foro de víctimas para intentar solucionar esta consecuencia del conflicto, ya que todavía existen presos y refugiados. «Sin embargo, se puede decir que la mayoría de las familias de víctimas hacen una valoración positiva del proceso», subrayó.

Otra de las preguntas que lanzó el público fue cuál fue el elemento determinante que posibilitó la puesta en marcha de procesos que han culminado con éxito. «El elemento clave fue la determinación política de resolver un conflicto. Si suenan las armas es señal de que existe un problema y es preciso que haya soluciones democráticas para que las armas desaparezcan. Tiene que ser una decisión que tomen ambas partes», respondió McBride.

Maskey, por su parte, subrayó la importancia de que, además de esa voluntad, exista un liderazgo potente y que actúe con inteligencia para alcanzar los objetivos que se han marcado.

Otra de las preguntas fue cuál fue el mayor error que cometieron en la gestión del proceso. McBride respondió que «haber subestimado la estupidez de quienes teníamos enfrente», provocando la carcajada de los asistentes. Pero, la contestación del dirigente sudafricano continuaba, ya que «esa estupidez supuso que hubiera muertos» y la gestión de esos fallecidos por la intransigencia del apartheid fue uno de los momentos más críticos. Buscaban dividir al ANC.