Las compañías de telefonía móvil no conocen la crisis
Barcelona acoge esta semana el Mobile World Congress, el salón del móvil más importante del mundo, con unos 60.000 visitantes y que generará un impacto de 275 millones de euros. Cifras que no pueden esconder la precariedad del empleo creado, ni cerrar los debates abiertos en torno a la telefonía móvil, como la instalación de antenas o el uso del coltán.
Beñat ZALDUA | BARCELONA
Barcelona inauguró ayer por todo lo alto el Mobile World Congress, el salón internacional del móvil más importante del mundo, para el cual el recinto ferial de Montjuic tuvo que recuperar sus mejores galas, arrinconadas desde que el fin de la edad de oro del ladrillo lastrase la feria de la construcción. En medio de espectaculares medidas de seguridad, Felipe de Borbón, Artur Mas y José Manuel Soria fueron los encargados de inaugurarlo.
Junto a ellos, el Consejero Delegado de la asociación organizadora GSMA, John Hoffman, y todo un séquito -incluyendo personajes con tricornio- dieron el pistoletazo de salida a cuatro días que pondrán a Barcelona en el centro de las nuevas tecnologías, con el objetivo de superar las 60.000 visitas recibidas el año pasado.
No es la única cifra que asusta de este evento: 1.400 empresas se reparten un espacio de exposición de 70.000 metros cuadrados. Fuera de la feria, varios sectores se reparten el pastel de los 275 millones de euros de impacto económico previsto. El más visible, el de la hostelería, que disfruta durante cuatro días de un lleno absoluto, pese a que las tarifas se multiplican, en algunos casos, hasta por cinco. Cuando Barcelona fue escogida como sede para albergar el Congreso, un miembro del gremio hotelero de la ciudad, Jordi Clos, acabó confesando: «Nunca había llorado tanto».
No es el único sector que se frota las manos con el Congreso, a juzgar por la cantidad de personas que, a la entrada del recinto, reparten tarjetas de prostíbulos de todos los niveles. Pero, no sólo son las empresas las que vienen a hacer negocio, el Congreso reúne también a más de 400 delegados ministeriales de 140 estados, lo que significa, según los organizadores, que el evento se convierte en la reunión de delegaciones más importante del mundo, después de los encuentros de la ONU.
Cien millones públicos
Que la cabeza visible del Congreso, John Hoffman -bautizado estos días como el Bernie Ecclestone de los móviles-, escogiera Barcelona como sede para el Congreso no ha sido, ni mucho menos, gratuito. Después de disputarse la capitalidad del móvil con otras ciudades europeas, el pasado verano Hoffman informó que la elegida para acoger la feria hasta el 2018 era la capital catalana; cinco años en los que fuentes oficiales aseguran que se generarán 3.500 millones de euros.
Para conseguirlo, el Govern desplegó todo su caracter «business friendly», algo que se traduce en los 100 millones de dinero público que, según los cálculos de La Directa, ha costado la edición de este año. Hay que sumarle a ello la nueva ordenanza municipal, que eliminará restricciones a la instalación de nuevas antenas de telefonía móvil -de las cuales una cuarta parte ya incumplen la normativa actual- y el marco laboral incomparable que ofrece un Estado en crisis, donde trabajadores con contratos precarios cobran ocho euros por hora en jornadas que, algunos días, superan las 12 horas.
Como principales novedades tecnológicas del primer día de la feria, los expertos señalan el nuevo móvil de Nokia, 808 Pure View, que incorpora una cámara de 41 megapixels; o la colaboración entre Telefónica y Mozzila, que presentan la posibilidad de crear teléfonos que funcionan con HTML 5, algo que abarata los costes de forma importante, ya que no se requieren licencias. También dio que hablar el Galaxy Note 10.1 de Samsung, un híbrido entre teléfono y notebook, muy en línea con el lema de este Congreso: «Redefiniendo el móvil».
Esta redefinición, sin embargo, no deja lugar a la autocrítica de un sector que se siente muy fuerte y que mueve ya el 2% del PIB mundial. Ni una palabra sobre las fábricas que la mayoría de empresas tienen en China, con trabajadores en condiciones de semiesclavitud, o sobre el polémico coltán, material que todos los móviles necesitan y que se extrae mayormente del este del Congo, territorio sin ley donde se esclaviza a los trabajadores de las minas y donde han muerto violentamente, desde 1994 hasta nuestros días, cinco millones de personas.
Las autoridades catalanas no descansaron en paz hasta que el domingo por la noche, los trabajadores de autobús de Transports Metropolitans de Barcelona (TMB) desconvocaron la huelga prevista para los cuatro días Mobile World Congress. Un día antes lo habían hecho sus compañeros de metro. Eso no impidió que trabajadores y usuarios del transporte público ocupasen ayer a la tarde la entrada del recinto ferial, en plaza Espanya, donde denunciaron el encarecimiento general del transporte público, el incumplimiento del convenio por parte de TMB y los abultados sueldos de los directivos de la empresa municipal.
No fueron los únicos que utilizaron el Congreso como altavoz. A lo largo del día, trabajadores de empresas como HP o Telefónica, presentes en la Feria, denunciaron los ERE a los que están sometidos los empleados. El caso de Telefónica es digno de estudio: ha anunciado 6.000 despidos pese a obtener, en el 2010, 10.000 millones de beneficio. B.Z.