GARA > Idatzia > Kirolak> Athletic

El argentino, sin prisa para renovar

Bielsa se queda ¿o alguien lo duda?

Mientras la prensa deportiva le da vueltas a la renovación del técnico y el club se limita a reiterar su interés porque siga, el argentino calla y se dedica a lo que más le interesa, ganar el próximo partido.

p040_f02.jpg

Joseba VIVANCO

«Marcelo me había pedido unos datos importantes para su trabajo. Pasados unos días del pedido, me acerco en un entrenamiento y lo llamo al borde de la cancha para decirle que ya tenía los datos. A lo que Marcelo me contesta con notorio fastidio: `¡Este no es el momento, hágame el favor!' ¡Sí, me echó! Pero lo reconozco como un acto de profesionalismo». El recuerdo es de Raúl Gámez, expresidente de Vélez Sarzfield en la época en la que El Loco dirigía al equipo argentino.

Un hecho que podría quedar en mera anécdota -una de cientos- pero que revela el compromiso del técnico con sus prioridades, entre las que por ahora, seguro no está la de verse obligado desde ya a comprometerse de forma pública por un año más -dos, dice algún diario- con el club de Ibaigane.

Una anécdota que da idea de la nula gracia que a Bielsa le debe hacer cada vez que en sala de prensa se le pregunta y repregunta por su renovación o cada vez que un medio de comunicación hace de portavoz oficioso de la supuesta presión de la directiva de Josu Urrutia para que cuanto antes dé el `sí, quiero'.

Desde que se comprometió con el Athletic, tanto él como el propio presidente rojiblanco dejaron patente que el acuerdo entre ambos era para una temporada. Así lo había decidido el argentino y así se respetaba. El inicial tambaleo del equipo a principios de campaña ha dejado paso a un Athletic piropeado por su juego y consolidado en las metas que le han ido saliendo al paso. Un Bielsa que gana enteros en el mercado y al que le empiezan a salir novias, léase el Barça postGuardiola o el reciente rumor del Chelsea.

Al argentino no le gusta hablar de hipótesis. «Planificar a 15 o 20 fechas en adelante nunca es prudente», reflexionó hace bien poco. Prefiere el día a día. Ya sea para hablar de renovaciones, ya sea para hablar de las aspiraciones de este equipo.

Para una u otra cuestión sirve la explicación que dio meses atrás, cuando las cosas comenzaron a carburar y ya se le empezó a cuestionar sobre prolongar su presenciar en Bilbo. «No puedo hacer un balance ahora de lo que va de la temporada. Cuando uno segmenta el año y concluye en función del segmento que transcurrió, no puede dejar de pensar que la temporada tiene ciclos y lo que hoy pareciera un periodo de consolidación puede pasar por momentos de inestabilidad. Por lo cual esa experiencia, que todos los que estamos en el fútbol sabemos y conocemos, indica que esa evaluación hay que hacerla tomando la totalidad de los datos y eso solo sucede cuando la totalidad de los partidos se consumen. No antes». O lo que es lo mismo, esperemos a final de temporada para hacer balance y, entonces, decidir.

Lo que parece claro es que los ritmos de todo lo que acontece a su alrededor los marca el propio Bielsa. Será solo él quien diga el cuándo y el por cuánto. «Las negociaciones no se relatan, se informan una vez que se concretan en cualquier sentido. Respecto a una negociación particular, yo creo que no se informa ni se segmenta lo que tiene que ver conmigo. No se informan ni se segmentan las presunciones, ni las intenciones, ni los vaivenes. Lo ideal es decir que se ha producido esta negociación y este resultado», respondió no hace mucho. Él será quien le diga a Josu Urrutia cuándo puede acercarse por el campo de entrenamiento de Lezama sin que le eche, como al `presi' del Vélez.

Silencios que lo dicen todo o medias respuestas que, en cualquier caso, para nada hacen dudar que seguirá vinculado al club bilbaino. Lo dijo en su día, recién fichado, Josu Urrutia, que el argentino y el club casaban «como un guante». Y a las pruebas nos remitimos. Basten guiños del rosarino del tipo «el Athletic está por encima de lo que hubiera soñado», para dejar de lado cualquier especulación.

¿O acaso alguien piensa que un entrenador como Bielsa va a estar mejor en algún otro lugar? Parece evidente que por estructura deportiva, potencial, masa social, singularidad, filosofía, compromiso absoluto del club y juramento de los jugadores con sus ideas, la respuesta es que no.

En su día osó darle la negativa por respuesta al Inter de Milán, como años antes había dicho no a su adorado Newell's, incluso a River y Boca. Su mentor, el viejo e irrepetible Jorge Griffa, recordaba la primera vez que lo vio. «Lo vi, con una camisa blanca, un pibe que andaría por los 16, 17 años. «¿Usted es Griffa?», me preguntó. «Me dijeron que anduvo mucho en Europa... ¿Y se viene a dirigir aquí? ¡Usted está loco!», me dijo y me largué a reír... ¡Aquel pibe era Bielsa!».

Mucho ha llovido desde entonces y hoy Bielsa está donde quería, en Europa, y en un club singular como pocos. Con una generación de futbolistas en sus manos como no hacía tiempo en el Athletic, con un proyecto deportivo que se consolidará en cuanto Fernando Llorente y Fernando Amorebieta den también su particular `sí quiero'. Con el ilusionante proyecto de un nuevo y moderno estadio a la vuelta de la esquina.

Un nuevo guiño

El técnico argentino ha encontrado en el Athletic su media naranja. Puede que un día el idilio se acabe, pero de momento, uno se imagina que, en su fuero interno, Bielsa se siente una especie de Geppetto moldeando su particular Pinocho. Cuando tras el partido ante el Villarreal argumentó la irregularidad de su equipo por la obvia necesidad de que los jugadores acumulen partidos en sus piernas y madurez en su cabeza, dejó escapar otro guiño a ese Athletic de dentro de una o dos temporadas que ya debe tener en mente y que puede dejar pequeño al que ahora estamos disfrutando.

Lo escribía meses atrás el periodista deportivo Fermín de la Calle: «Si el Athletic tiene paciencia para que cocine a fuego lento su receta, quizá algún día le veamos encaramado sobre algún aficionado rojiblanco repitiendo el histórico grito que profirió la tarde que ganó la liga en Caballito con la Lepra: «¡Newell's, carajo!». El único que se le recuerda exultante».

Hasta entonces, hasta que decida sellar su mano con Urrutia o darle su palabra, el presidente rojiblanco puede seguir acercándose a Lezama; dicen en Argentina que cuando El Loco lleva su mano derecha en el bolsillo, es que está de malas. No vaya a mandarle al carajo.

 

Imprimatu 
Gehitu artikuloa: Delicious Zabaldu
Igo