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Más allá de un espacio para ofrecer cursillos de primeros auxilios

La DYA arrancará «pronto» en Donostia la construcción de un nuevo edificio con carácter formativo. No se limitará a técnicas de primeros auxilios, ya que su vocación es convertirse en una palanca para impulsar valores en riesgo como la solidaridad o la generosidad.

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Imanol INTZIARTE

La DYA de Gipuzkoa ha puesto en marcha una original campaña para recaudar entre sus socios parte de los fondos con los que financiar el nuevo Centro de Valores que va a construir en el barrio donostiarra de Errotaburu. Las cartas remitidas, en vez de estar plegadas dentro de un sobre de papel, han sido arrugadas como una pelota e introducidas en una pequeña bolsa de plástico transparente. El único «pero» es que no entran por la ranura del buzón.

En el texto, el presidente de esta asociación, José Luis Artola, explica que nada más empezar la redacción «he pensado que no valía la pena seguir escribiendo, y he decidido tirarla», puesto que no es el mejor momento para pedir dinero. Pero a renglón seguido comenta que ha reconsiderado su idea ante la importancia de poner en marcha un centro de estas características. Lo cual invita a preguntarse en qué consiste exactamente ese proyecto.

En pocas palabras, se tratará de «un centro de formación y fomento del voluntariado», con iniciativas dirigidas tanto a la ciudadanía como a empresas, centros educativos y otros colectivos. Se ofrecerá formación en asistencia sanitaria básica, seguridad vial y prevención de accidentes en cualquier ámbito y adaptada a todas las edades. También se organizarán cursos o talleres para «conocer las necesidades específicas de las personas mayores o con discapacidad física, ayudando a cuidadores y familias que conviven con ellas a realizar una labor más eficiente y a mejorar su calidad de vida». Además, a las empresas se les ofrecerán técnicas para desarrollar la motivación, la cooperación y el trabajo en equipo.

A finales de 2010, DYA de Gipuzkoa realizó una encuesta en la que el 82% de quienes respondieron a la misma se mostró de acuerdo en que existe el riesgo de perder valores que antes caracterizaban a la sociedad, tales como la solidaridad, la generosidad, el civismo o el trabajo en equipo. En vista de este dato, DYA observó la necesidad de «redoblar sus esfuerzos», siendo este nuevo proyecto el resultado de esta reflexión.

El edificio se ubicará en la confluencia de las calles Xabier Lizardi y Urretxu, detrás de la iglesia Espíritu Santo y al pie de la entrada al Antiguo desde la autopista. Constará de tres plantas, cada una de ellas de unos 900 metros cuadrados. En la principal se ubicará la recepción y salas para realizar diversas actividades, aulas, sala de estudio y sala de curas. En la planta subterránea habrá un garaje y un almacén, mientras que la planta superior contará con una amplia terraza al aire libre, sala de reuniones y las oficinas de DYA.

De Tolare a Errotaburu

La puesta en marcha del proyecto, cuya idea nació hará unos ocho años, no está siendo nada sencilla. En principio se barajó emplazarlo en el caserío Tolare (Ibaeta), pero finalmente este lugar fue destinado para la nueva sede de Euskaltzaindia. El terreno actual de Errotaburu ha sido cedido por el Ayuntamiento donostiarra. Algunos vecinos se opusieron a la construcción, alegando que destruiría una de las zonas verdes con las que cuentan y que se producirían molestias con las ambulancias, que además ocuparían plazas de aparcamiento.

El presidente de DYA, José Luis Artola, explica a GARA que él mismo, junto a representantes del Consistorio, se reunió con los vecinos para tratar de responder a sus inquietudes. «Las ambulancias seguirán en Amara», asegura ante la confusión creada por algunas recreaciones virtuales en las que se ven los clásicos vehículos amarillos en el exterior del edificio. En cuanto a la zona verde, el edil de Urbanismo, Ricardo Burutaran, se comprometió en su día a «proteger y reubicar los árboles».

Artola asume que «algunos siguen en contra, se oponen a que se construya cualquier tipo de edificación», pero recuerda que el terreno «está catalogado como zona de equipamiento, así que si no fuéramos nosotros serían otros» quienes se instalasen ahí.

El presupuesto ronda los dos millones de euros, con aportaciones tanto públicas como privadas. José Luis Artola asegura que ya cuentan con «todos los permisos» necesarios, así que esperan comenzar «pronto» las obras. Eso sí, no se atreve a poner fecha, porque desde hace bastantes meses se asegura que el arranque está a la vuelta de la esquina y luego se pospone. La construcción se prolongará durante un par de años, según los cálculos previos.

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