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Crónica | Oposición a grandes infraestructuras

Ante las expropiaciones del pantano de Esa, Artieda «no rebla»

Artieda no rebla», no cede o no se rinde en aragonés, ha sido una de las consignas que reflejan el compromiso de esta localidad de Chacetania para seguir viva a pesar del proyecto de recrecimiento del pantano de Esa. Ayer tampoco «rebló» y los funcionarios de la CHE tuvieron que volver a Zaragoza con las actas de expropiación sin firmar.

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Martxelo DÍAZ

Hay muchas razones para oponerse al recrecimiento del pantano de Esa: el peligro de deslizamiento en las laderas que provocaría un desastre aguas abajo de la presa, la falta de viabilidad de un gran pantano para regadíos que no son sostenibles económicamente; el temor de de que el agua del Pirineo vaya a servir para trasvases para regar campos de golf mediterráneos; que inunda patrimonio cultural como el Camino de Santiago, tan valorado en otras zonas ....

Los vecinos de Artieda tienen todas esas razones para oponerse al recrecimiento del pantano de Esa y una más: quieren seguir viviendo en su pueblo. Recuerdan que esta zona de Chacetania ya sufrió la despoblación generada por la construcción del pantano inaugurado en 1960 y no están dispuestos a volver a pasar por lo mismo.

«Solo se acuerdan de nosotros para ponernos pantanos, nunca para traer dotaciones», se quejaba ayer un artiedano.

Por eso, ayer volvieron a salir a la calle. Se colocaron a la entrada del pueblo, junto al frontón, para impedir el paso a los funcionarios de la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE) que querían firmar las actas para expropiar unos terrenos para construir una nueva carretera a Sos d'o Rei Catolico que sustituyese a la actual, que quedará anegada por el recrecimiento.

Para ello, tenían que llegar al Ayuntamiento, situado en la parte alta del pueyo o colina en el que se sitúa Artieda. El alcalde, Javier Jiménez (CHA), estaba en el Ayuntamiento «porque era mi obligación». Pero no tenía intención de firmar el acta de expropiación que afectaba a un terreno de propiedad municipal. Los nueve vecinos cuyas tierras iban a ser expropiadas ni siquiera se acercaron al Ayuntamiento. Tampoco iban a firmar.

La mayoría de ellos se encontraban en la barrera que se colocó a la entrada del pueblo, donde mostraron distintas pancartas, aunque las más grandes dejaban claro el mensaje: «Yesa no».

Otras pancartas proclamaban «A Naturaleza ye a unica que fa chustizia (La naturaleza es la única que hace justicia)» y lo que supone el recrecimiento del pantano: «Yesa=Trasvase», «Yesa=Ruina», «Yesa=Colonialismo» o «Yesa=Robo». Los militantes de Puyalón de Cuchas (izquierda independentista aragonesa), con su edil de Artieda a la cabeza, portaron carteles con el lema «Pantaners asesins». También se acercaron a Artieda miembros de la plataforma contra el recrecimiento de Zangoza.

«Au d'asti (Fuera de aquí)» fue una de las consignas que pudieron escuchar los funcionarios de la CHE por parte de los vecinos de Artieda, aunque el sonido que más atronó ayer este amenazado rincón de la Chacetania fueron las melodías franquistas del No-Do, el himno del PP y el himno español, que querían mostrar que la decisión de acometer el proyecto de recrecimiento era una imposición. Los agentes de la Guardia Civil no sabían cómo reaccionar cuando escucharon los sones de la Marcha Real.

Los funcionarios de la CHE eran conscientes de que no podían llegar al Ayuntamiento para cumplimentar el trámite de expropiación. El alcalde se acercó al lugar en el que se encontraban y les comunicó que ni él iba a firmar las actas en nombre del municipio y que ningún vecino tenía intención de hacerlo. Ante esta situación, los funcionarios de la CHE optaron por regresar a Zaragoza, aunque anunciaron que en fechas próximas volverán a intentar levantar las actas de expropiación.

Esta retirada fue interpretada como una victoria por los vecinos de Artieda. Aunque saben que ayer vencieron una batalla pero no la guerra. Y es que llevan luchando contra el recrecimiento desde la década de 1980. De hecho, en 2007 ya tuvieron que bloquear los accesos al pueblo ante otra amenaza de expropiación.

Pero ayer había motivos para festejar. Cuando se fueron los funcionarios de la CHE, los agentes de la Guardia Civil y los medios de comunicación, los vecinos de Artieda se juntaron en la «tabierna», el bar del pueblo. Uno trajo chistorra, otro longaniza y chorizo. Una mujer preparó en un momento varias tortillas de setas. Todos productos de la tierra, que desaparecerían si se llevara a cabo el recrecimiento. Fue la mejor manera de acabar un día en el que se reivindicó que los artiedanos quieren seguir viviendo en su pueblo.

 

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