CRíTICA cine
«Indomable» La luchadora
Mikel INSAUSTI
Steven Soderbergh se encuentra en su mejor momento de forma, una vez lograda una total independencia que le permite hacer lo que le viene en gana, sin importarle ya la presión comercial o el tener que demostrar nada a nadie. Se limita a disfrutar rodando, fuera de las convenciones que delimitan el cine de género y el de autor. Tiene puesto el piloto automático porque va sobrado de oficio, y así fue capaz de filmar una película tan compleja como su anterior “Contagio” en un tiempo récord. Después de aquello, hacer una de “mamporros” ha tenido que ser para él coser y cantar. Impresiona lo claro que lo tiene este hombre, porque “Haywire” se distingue por su transparencia de estilo, libre de polvo y paja. Es una simple intriga de espionaje cosmopolita, con un tipo de fotografía diferente para cada escenario visitado (Barcelona, Dublín, Nuevo México), y cuya unidad argumental proviene de una efectiva estructura narrativa a base de concisos “flash-backs” según un simple orden mental, que no tiene porque ser ni lógico ni tampoco cronológico.
Quede claro que la trama es lo de menos, una pura coartada para encajar, una tras otra, las secuencias de lucha cuerpo a cuerpo mejor escenificadas de los últimos tiempos. Todas ellas son antológicas, pero la primera es la que más sorprende, por el dominio del tiempo dramático con que está desarrollada. Dos personajes, una chica y un chico desconocidos todavía para el espectador, se dan cita en un café de carretera y entablan una pausada conversación, hasta que de repente él le arroja a ella el líquido ardiente de la taza a la cara, dando comienzo a una pelea brutal ante la que no saben como reaccionar el resto de clientes. La protagonista sale airosa del lance, que repetirá con idéntica solvencia ante otros tantos rivales masculinos que se cruzan en su camino. La luchadora en cuestión es Gina Carano, de quien los impresentables de turno dicen que no sabe actuar. Como si un animal cinematográfico de su categoría necesitase poner caras.