«En Aceros de Llodio (Sidenor) el amianto estaba en el ambiente»
A mediados de los años noventa Aceros de Llodio -del grupo Sidenor- cerró su planta. Sin embargo, ha dejado tras de sí mucho dolor entre sus antiguos trabajadores por la utilización masiva de amianto en sus instalaciones. Varios muertos y cientos de afectados, muchos de ellos callan, otros dan la cara con el objetivo de que aflore este grave problema.
Juanjo BASTERRA
La empresa Aceros de Llodio, que después se denominó Acenor y más tarde Sidenor, desapareció de Laudio a mediados de los noventa. Dejó un testamento de dolor y de muerte, que los extrabajadores y sus familiares están pagando en la actualidad, debido a la utilización del amianto y otros metales cancerígenos como el plomo, sin la protección adecuada. Son varios los muertos por el mineral cancerígeno que trabajaron en Aceros de Llodio, al menos, seis extrabajadores, que pasaron por aquellas instalaciones que trajo la industrialización y el crecimiento de la población alavesa.
Kepa González, responsable de Salud Laboral de la Federación de Industria de CCOO de Euskadi y extrabajador de la siderúrgica laudiarra, explicó que «arrastramos este grave problema, pero sigue estando oculta su verdadera dimensión». En un encuentro con varios afectados y con un testigo de excepción, un jefe de taller, José Luis Navarro, explicó la necesidad de que salga a la luz la realidad del amianto entre quienes trabajaron en la acería, en el taller de fontanería y de reparación de los hornos de aquella empresa, hoy desaparecida. Más de 500 trabajadores pasaron por aquellas instalaciones que rebosaban amianto por sus cuatro costados, como así lo confirma Miguel, hijo de Santiago Rueda Muñoz, que falleció por un cáncer de pulmón. Fue peón en la boca del horno y murió hace tres años por un cáncer derivado del amianto. La Seguridad Social le ha reconocido la enfermedad profesional que llevó a la muerte al trabajador, mientras su viuda está a la espera de la resolución de la demanda por recargo de prestaciones y de la indemnización por parte de la sucesora de la siderúrgica, Sidenor y Cofivacasa (encargada de la liquidación de las empresas que fueron públicas), por la falta de medidas de prevención frente al cancerígeno.
Varias plantas siderúrgicas confluyeron en Sidenor: Aceros de Llodio, Forjas Alavesas, Pedro Orbegozo y Echevarria entre otras en Hego Euskal Herria. La utilización de amianto en todas ellas fue persistente. De hecho, es una de las ochenta empresas de Hego Euskal Herria que importó el mineral cancerígeno desde los años sesenta hasta 1985. Al menos, hay diez extrabajadores fallecidos en el conjunto del grupo siderúrgico, que tuvo carácter público, hasta su privatización, tras el cierre de plantas y unificación de productos, y que en la actualidad es propiedad de la brasileña Gerdau.
«Amianto por todos lados»
Miguel Rueda explicó a GARA en ese encuentro de afectados que «del polvo de amianto que había no se veía ni a un metro muchos días de trabajo. Así me lo decía mi padre». José Luis Navarro remarcó que el amianto estaba «por todos lados. Todas las empresas que utilizaban el calor de forma intensiva lo tenían. Se forraban mangueras, instalaciones eléctricas y los hornos de la acería, y se utilizaba como prenda de protección personal». Se ponía amianto «por donde pasaba el acero líquido, para evitar fugas. El amianto allí se pulverizaba. Era imposible recoger, quedaba en el ambiente. Todos los que trabajaban en los hornos inhalaban fibras, otra cosa es si están o no afectados».
Calculó que por las instalaciones pasaron más de 500 trabajadores. «Nadie estuvo a salvo del riesgo. Todo estuvieron expuestos». Navarro recordó que en algún momento se intentó sustituirlo por otros productos refractarios, pero «eran más cancerígenos».
Rosa María Sánchez, hija de Eduardo que falleció de asbestosis en diciembre de este año pasado, después de una larga enfermedad por obstrucción respiratoria crónica con oxigenoterapia la mayor parte del día, explicó que su padre se encargaba de la albañilería en los hornos «donde más amianto se manipulaba. Ellos cortaban y manipulaban el amianto». En Aceros de Llodio, después Sidenor, «no se utilizaban medios de protección y hasta los años ochenta no se comenzó a sustituir el amianto. Sabíamos que era peligroso, pero nadie nos advirtió que de su inhalación a los veinte o treinta años podríamos padecer un cáncer», precisó Navarro.
«No hay vigilancia de la salud»
Sobre la vigilancia específica de la salud, Kepa González, responsable de Salud Laboral de la Federación de Industria de CCOO de Euskadi, expresó que «pregunté en Osalan cuántos trabajadores de Aceros de Llodio estaban identificados por haber trabajado en contacto con el amianto, y me respondieron que ocho. Supongo que en el centro de salud de Laudio se tendrá conocimiento de más sospechas, pero ese dato es insuficiente. Está claro que no hay un seguimiento».
En este caso, la hija de Eduardo Sánchez recordó que a su padre le dieron el alta en el hospital, «tras extraerle litro y medio de líquido del pulmón», y en el Instituto de la Silicosis de Oviedo «días después, le diagnosticaron asbestosis, mientras que aquí le habían dado el alta». De hecho, la primera doctora que revisó en Laudio «le preguntó si había trabajador con amianto. Al decirle que sí, le mandaron al Hospital de Galdakao, «pero no le volvieron a preguntar más, a pesar del cambio de médicos».
Rosa María Sánchez explicó que «la asbestosis te consume. Vi como en poco tiempo mi padre, de estar bien majo, se fue apagando. Fue rápido. Es muy injusto». Ella añadió que «tres días después de fallecer, le reconocieron la incapacidad absoluta. El no pudo ver esa resolución», según se lamentó su hija. Miguel Rueda insistió en lo rápido «que el cáncer de pulmón se llevó a mi padre».
Punta del iceberg
Kepa González detalló el caso de otro trabajador, Paco Muñoz no pudo acudir al encuentro con GARA. «Trabajó en Aceros de Llodio hasta el año 1982, que fue la primera salida de prejubilados de la reconversión industrial», dijo. Siguió su actividad como autónomo en la Agricultura. «En 2007 se encontró mal y le detectaron una asbestosis, pero le ponen por enfermedad común». Reclama la contingencia profesional, pero la Seguridad Social no se lo concede, aunque tras acudir a los juzgados le obligan a ello. En este momento, está a la espera de ver como termina el proceso, que está recurrido por la Seguridad Social en los tribunales.
Benito Cascajales, extrabajador de Aceros de Llodio, tiene placas pleurales y ha solicitado la declaración de enfermedad profesional, pero no se la han concedido, aunque ha recurrido la resolución. Remarcó que «en Aceros de Llodio apilaba el amianto, que venía sin protección» y recordó que «el trabajo en contacto con el amianto era normal».
José Luis Navarro, por último, indicó la necesidad de quienes han trabajado con amianto «deben salir, por solidaridad, para que los afectados y sus familias puedan contar con unas mejoras económicas». Porque, como explicó Kepa González, «hemos sido muchos los que hemos pasado por esa empresa siderúrgica, pero aunque son varios los fallecidos y afectados que conocemos, son sólo la punta del iceberg». La dura historia de los afectados de Aceros de Llodio es la misma que en otras empresas vascas que siguen silenciando esa dura realidad.
La grave realidad del amianto no pertenece al pasado o a décadas atrás, sino que a mediados del año pasado la sección sindical de LAB de Sidenor de Basauri (antigua Echevarria) denunció la existencia de amianto en varias zonas de la empresa, lo que fue corroborado por la Inspección de Trabajo. Sin embargo, ésta no obligó a la empresa a realizar un mapa de amianto en toda la planta, lo que provocó la denuncia sindical y una nueva demanda a ese organismo para que se controle el amianto en la planta de Basauri. Tampoco dio origen a un control de la salud de los trabajadores afectados. J, BASTERRA
En 2011, según el Servicio geológico de Estados Unidos, que responde a las siglas en inglés de UGGS, todavía en el mundo se produjeron dos millones de toneladas de amianto. Rusia extrajo la mitad, seguido de las 400.000 toneladas de China; 270.000 toneladas en Brasil; 214.000 toneladas en Kazakhstan, y 100.000 toneladas en Canadá. Un año antes se extrajeron 10.000 toneladas más.
Según los datos de esa misma fuente, entre 2003 y 2007 el Estado español, donde estaba prohibida su comercialización y venta, se consumieron 261 toneladas de amianto y en Alemania ascendió en ese período a 274 toneladas. Son dos ejemplos de que todavía el amianto sigue estando entre nosotros pese a su prohibición. Hay que tener en cuenta que entre los años sesenta y mediados de los ochenta se importaron 2,6 millones de toneladas en el Estado español. Se calcula que un 10% llegó a Hego Euskal Herria y 80 empresas en suelo vasco importaron amianto. J. BASTERRA
Según Kepa González, responsable de Salud Laboral de la Federación de Industria de CCOO de Euskadi, Osalan sólo tiene registrados a 8 trabajadores de Aceros de Llodio que trabajaron con amianto. Al menos, más de 500 estuvieron expuestos en la planta desaparecida.