El Partido Republicano vivió ayer una jornada decisiva en el marco de sus primarias para designar al candidato que se enfrentará al actual presidente, Barack Obama, en las elecciones de noviembre. Diez estados, entre ellos el determinante Ohio, votaron en el «supermartes», en el que el exgobernador de Massachussets Mitt Romney partía como favorito tras haber ganado en ocho estados y esperaba afianzar su liderazgo, mientras se ponía a prueba la continuidad de sus tres rivales.

Los votantes de Alaska, Georgia, Idaho, Massachussets, Dakota del Norte, Ohio, Oklahoma, Tennesse, Vermont y Virginia acudieron a las urnas más divididos que nunca y repartieron entre los cuatro aspirantes republicanos, inmersos en una guerra fratricida, 419 de los 1.144 delegados necesarios para asegurarse la nominación presidencial republicana en la convención de agosto en Tampa (Florida).

La clave del «supermartes», tanto simbólica como práctica, podría ser Ohio, en el corazón de una región industrial en plena reconversión y estado de obligada victoria para cualquier republicano que quiera aspirar a la Casa Blanca en noviembre, ya que ningún republicano ha ganado la convención sin haberlo hecho antes en este estado. A Ohio, donde se reparten 66 delegados, Romney y su principal adversario, el exsenador ultraconservador y devoto católico Rick Santorum, llegaron en un empate técnico que en el último momento revirtió el primero a su favor.

Santorum, que se presenta a sí mismo como la verdadera opción conservadora frente al «tibio» Romney, al que calificó de «oportunista político» que cambia de discurso según lo que esté «de moda» en cada momento, figuraba como favorito en Oklahoma y Tennesse.

Por Tennesse también iba a pelear con fuerza Newt Gingrich, expresidente de la Cámara de Representantes, que necesitaba relanzar su candidatura. Además, preveía ganar en su estado natal, Georgia, aunque admitió a la CNN que vencer solo en ese estado le situaría en una posición «difícil» para seguir en la contienda.

El cuarto y peor situado aspirante, el legislador de ideas libertarias que todavía no ha vencido en ningún estado pero que ha despertado interés entre los jóvenes, Ron Paul, sonaba ayer como posible ganador en Alaska.

Dos meses después del arranque de las primarias en Iowa, el electorado republicano sigue siendo incapaz de unirse alrededor de un candidato. Romney sigue siendo el favorito para enfrentarse a Obama aunque todavía lucha por convencer a las bases más conservadoras. Ayer confiaba en ganar en Ohio, según declaró a AFP.

La llave de esta elección está en manos de los indecisos como Mark Kraft, votante de Dublín (Ohio), que dudó hasta el último momento entre Romney y Santorum. Este elector, de 51 años, se decidió al final por Santorum. «Era como jugar a `piedra, papel, tijera' en mi cabeza», admitió.

En cualquier caso, Romney sigue siendo la opción preferida por la mayoría, en concreto por el 38%, seis puntos por delante de Santorum, mientras Gingrich y Paul aparecen empatados con el 13% de los apoyos, según un sondeo de la NBC y «The Wall Street Journal» publicada el lunes. Esta encuesta situaba a Obama con ventaja de cara a las elecciones presidenciales y le daba como vencedor frente a cualquier de los republicanos que compiten en las primarias. Obama obtendría una ventaja menor en el caso de enfrentarse a Romney (50% frente al 44%), una ventaja que se amplía en el caso de Paul (50% frente al 42%), Santorum (53% frente al 39%) y Gingrich (54% frente al 37%).

Harry Young, de 60 años, aseguró haber votado por Santorum, al que considera valedor de los valores cristianos. Sin embargo, no está seguro de que Santorum o Romney puedan batir a Obama, que aspira a un segundo mandato el 6 de noviembre.

El prolongado enfrentamiento entre los aspirantes republicanos no desagrada a los partidarios de Obama, que ven aumentar las posibilidades del candidato demócrata a medida que los indicadores económicos mejoran.