Final de Copa
Barcelona 1 - Athletic 0
Por 22 votos a 14, la Federación Española de Fútbol se plegó a los intereses de los catalanes: el 25 de mayo en el Vicente Calderón.
Joseba VIVANCO
Ni por sorteo, ni a piedra, papel o tijera, ni a los dados, ni a los chinos. La Federación Española de Fútbol, un mes después de saberse los finalistas de la Copa, en lugar de ejercer como Salomón optó por reencarnarse en Pilatos y por 22 votos a 14 de sus directivos -entre ellos se estrenaba justo ayer el presidente rojiblanco, Josu Urrutia- optó por no enfrentarse al Barcelona y fijar la sede y la fecha de la final el 25 de mayo y en el estadio Vicente Calderón, tal y como defendía el club catalán. Y colorín colorado, el sainete de la final copera ha dejado a todos contentos -Barça, Florentino Pérez y hosteleros madrileños- menos al Athletic, el que más tiene que ganar y cuyos aficionados más dinero desembolsarán.
Significativo fue el silencio posterior del presidente Josu Urrutia durante la tarde de ayer, que sí que habló tras la anterior reunión de hace una semana. Ayer, ni pío por parte del excapitán. Apenas sí trascendió, según recogió la web de EiTB, que salió de la reunión «muy mosqueado por detalles que no le han gustado».
Sí habló el técnico blaugrana, Pep Guardiola, que hábilmente quiso ponerse la venda antes de tener la herida y se quejó de que «el club no deseaba el Calderón. El club y el Athletic deseaban otra sede. Por culpa nuestra el Athletic no irá al Bernabéu. A partir de ahí, la Federación ha decidido y nosotros iremos ahí».
Quien también se pronunció fue el dueño de la sede elegida. «Ha predominado la cordura y estamos orgullosos de que la final se juegue en nuestro campo. El césped se va a recuperar bien, por supuesto que sí, si no no lo haríamos», dijo Enrique Cerezo, presidente del Atlético, sobre el concierto previsto días antes.
Reparto de entradas
A partir de ahora, lo que interesa a esa afición que acudirá en masa a Madrid es cuántas entradas le corresponderán al club de Ibaigane. Hablamos de un estadio con 54.851 localidades, a las que habrá que restar un número determinado de asientos por motivos de seguridad -fueron 2.000 en Mestalla en 2009-.
Según el reparto habitual, serían el 33% de entradas para los rojiblancos, otro tanto para los catalanes y el tercio restante para la Federación. En aquella final de Valencia, la entidad rojiblanca sacó en taquillas 14.800 billetes de los 17.400 que le correspondían.
Ahora bien, durante la final entre Madrid y Barça también en Mestalla en 2011, la Federación modificó el reparto y distribuyó 19.714 entradas por club y unas 15.000 para sus compromisos; es decir, un 36% para cada equipo y un 28% para ella. En cualquier caso, será una cuestión, tanto ésa, como la fórmula que emplee el Athletic para el reparto entre sus socios, que están todavía en el aire.
Dos finales jugadas allí
El Calderón acogió su primera final copera en 1973, año precisamente en el que triunfaron los leones ante el Castellón por 2-0. El recinto del Manzanares encadenó dos finales más consecutivas, hasta que fue nuevamente sede en 1977, en una final de triste recuerdo para el Athletic, que perdió en la lotería de los once metros por 8-7 ante el Betis de Esnaola, frente al que había empatado a dos goles.
El balance es peor para el Barça en el campo colchonero, donde ha perdido dos de sus tres finales allí celebradas. Por cierto, y a modo anecdótico, tres de las cinco finales de Copa que se decidieron en la tanta de penaltis lo fueron en el Vicente Calderón. Con lo esperpéntica que está resultando esta final, no es raro que fuera la cuarta.