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Raimundo Fitero

Estructural

Ruiz Gallardón se está destapando como el gran halcón de la España ultracatólica. En el ministerio de Justicia su labor es volver a su juventud, es decir a Alianza Popular, al pasado azul, pero desde una campaña previa en la que se presentaba como el gran hombre de centro. Ahora en los asuntos que conciernen a su labor ministerial se está desenmascarando en cada intervención. La última, en sede parlamentaria, es como para asustarse ya que utiliza un lenguaje tan retórico que huele a sacristía, arzobispado, cera papal e inquisición, pero después de un atracón de ciervo a la provenzal regado con tinos gruesos de garnacha.

Como ha ido vestido de hombre docto, culto, amante de las artes, especialmente de la música, su chaqueta de ministro le cae a la perfección para leer sin despeinarse, lo escrito (¿por quién?) en un cuadernillo una de esas frases que causan heridas en la sensibilidad democrática general: «existe una violencia de género estructural que obliga a abortar a las mujeres». ¡Échale guindas la pavo! Todo ello para proteger según proclama demagógica la libre maternidad que parece estar amenazada por la presión social, así sin más. Lo dice con todo el cuajo, para cambiar la ley del aborto del melifluo ZP, que está denunciada por su partido en el Tribunal Constitucional. Por cierto, en este caso, de casta le viene al galgo, porque su difunto papá, con su ayudantía, ya denunció y llevó al Constitucional la primera ley de interrupción del embarazo de la transición.

La cuestión es que en sus declaraciones trata a las mujeres como unos seres incapaces de decidir, que por la presión ambiental abortan. ¿Y al revés qué? ¿No hay presión para que procreen? La actitud es realmente reaccionaria, muy prepotente y solamente se basa en prejuicios religiosos, sin contar para nada en otros asuntos que concurren en un asunto tan delicado como es la crisis, la situación laboral, económica y social. De nuevo habrá que salir a la calle a pedir lo obvio: «nosotras parimos; nosotras decidimos». Las sectas ultracatólicas españolas han tomado todas las estructuras de poder y van a abortar todas las trazas de las libertades básicas.

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