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Arantxa Vazquez Responsable del sector sociocomunitario de LAB

Vosotras sí que valéis

Estas auxiliares de gerontología y de ayuda a domicilio palían la soledad, el mal más común entre las personas mayores y en situación de dependencia

Por desgracia, decenas de personas mayores afectadas por cáncer, alzheimer o parkinson mueren sin que la ciencia haya avanzado lo sufiente como para mejorarles la vida, ni la industria farmacéutica haya priorizado sus males frente al negocio que supone la venta de pastillitas que palían las brutales consecuencias de sus más que frecuentes enfermedades. Nuestros mayores son atendidos y atendidas por personal sanitario que, aunque nos pese, administran un efecto placebo a estas personas para alargar el final, o en el mejor de los casos, mejorárselo. Pero hoy queremos reconocer la labor de otras trabajadoras que desempeñan un servicio esencial para la comunidad, esas señoras, con todas las letras señoras, que satisfacen las necesidades más básicas de una sociedad que envejece a pasos agigantados.

Estas señoras, auxiliares de gerontología y de Ayuda a Domicilio, palían la soledad, el mal más común entre personas mayores y en situación de dependencia. Se hacen cargo de la higiene, curas, vergüenzas, comi- das, acompañamientos, seguimientos, aseo, limpieza, etc. En definitiva, atienden a miles de personas que lo necesitan por las causas que sean. ¿Hacen, o no, una labor importante? Son profesionales de un gremio, que dicho sea de paso, no tenemos asumido como tal, pero hay tareas propias de ese trabajo que cualquiera, ni está preparado, ni tiene las tragaderas de estas heroínas. Son profesionales impor- tantes, pues. Hacen un trabajo digno, pero no reconocido.

Sin embargo, ahora, después de décadas de experiencia como auxiliares, después de años y años cobrando menos de lo que debieran, haciendo malabares entre turnos y viajes de un lado para otro, siendo las mejores cuidadoras que existen, van y ponen en duda su «profesionalidad», su «cualificación», y todo, en nombre de la calidad. Imponen que todas ellas pasen por un proceso para obtener el Certificado de Profesionalidad.

Dicen que la calidad de los servicios prestados sólo puede garantizarse cuando las personas están cualificadas para desempeñar su labor profesional. Y estamos de acuerdo. También somos y seremos personas usuarias, y estamos a favor de servicios de calidad (y públicos). ¿Pero de verdad es necesario establecer ese miedo y preocupación entre estas currelas sin parangón? ¿Hay necesidad de atentar así contra su autoestima e imagen como profesionales? ¿No han sufrido ya suficiente dejación institucional como para que a la hora de acordarse de ellas sea para ponerlas en duda?

La Agencia Vasca, cumpliendo con el Decreto 34/2008 aprobado por el Estado español, emite una orden por la cual ciudadanos y ciudadanas puedan evaluar y acreditar las competencias profesionales adquiridas a través de la experiencia laboral o de sistemas no formales de aprendizaje. De momento, sólo ha habido una convocatoria que ni por asomo ampara a todas las trabajadoras del sector. Sin embargo, la falta de información persiste, incrementando la preocupación y la rabia entre las trabajadoras. Además, empresas que ofertaban cursos de formación no reglada siguen lucrándose de su impartición, y las homologadas por la Comunidad Autónoma Vasca son escasas y a veces inaccesibles para las trabajadoras, que tienen que sufrir este proceso. Sabemos también que está habiendo inequidad en el proceso de asesoramiento y evaluación, y por si fuera poco, todos los costes, económicos, de idas y venidas, de tiempo de trabajo, y por supuesto, sicoemocionales, están a cargo de las de siempre, las mujeres que cuidan a nuestros mayores.

Vista la trayectoria de gentes (ir)responsables de estas competencias, vemos difícil que sean capaces de coger la medida al valor económico reproductivo de este servicio. Pero hay una cosa que sí podemos demostrar, y es que el valor social de este trabajo es inmenso, sólo hay que pensar en la tranquilidad que supone dejar a aitite o amama al cuidado de una señora cualificada y profesional. Y lo son, lo son.

Esta semana, y en el marco del Día de la Mujer Trabajadora, nos hemos vuelto a movilizar por nuestros derechos. No se nos ocurre mejor ejemplo para escenificar una mujer trabajadora que estas mujeres. ¡Vosotras sí que valéis, compañeras!

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