GARA > Idatzia > Iritzia> Azken puntua

Amparo LASHERAS Periodista

López viste pantalones grandes

 

Cuando alguien se pone unos pantalones que no le corresponden, varias tallas más grandes, la apariencia exterior se torna grotesca y sólo la imagen de Charlot, Harpo Marx con su gabardina o Gelsomina, protagonista de «La Strada», con su atuendo de payaso inspiran simpatía y conmueven en la soledad del personaje perdedor. Pero eso solo acontece en el cine donde la vida real siempre encuentra una metáfora a la que recurrir para describirse o idealizarse a sí misma. En política, cuando los cargos y las responsabilidades adquiridas se visten grandes en hombres o mujeres pequeños, incapaces de ver más allá de su asiento político (en el que se sienten más encumbrados que elegidos), se impone la realidad de un mal quehacer político que no deja sitio a la simpatía o la ternura que infunden los desafortunados de Chaplin o Fellini y, sí a la determinante exigencia popular de que los ineptos se vayan. Desde que Patxi López entró en el Parlamento por la puerta trasera de la ilegalización de D3M, la Lehendakaritza le ha sobrado por todos los lados. No era su lugar ni su talla. Le ha faltado y le falta decisión, altura de miras y le continúa sobrando miedo, inmovilismo y demasiada razón de estado en sus iniciativas. Las propuestas presentadas en la Cámara vasca para afrontar el nuevo tiempo se quedan sobre un fracaso ya escrito. López ha vuelto a fallar y sigue vistiendo un traje ancho de hombros, de espalda y de cintura, se pisa los pantalones sin la gracia de Chaplin y su figura comienza a ser ridícula, la peor que puede tener un político. En esa situación y ante tal imagen, el buen sentido común dice que es hora de nuevas elecciones.