DULCE RESACA ROJIBLANCA
«Yo estuve en Old Trafford aquella vez que...»
Cansados pero felices. Tras dos horas de avión o 24 de carretera, los casi 8.000 aficionados que arroparon al Athletic en Manchester han regresado a casa con el convencimiento de haber protagonizado una jornada histórica para el club rojiblanco.
Son las cinco de la tarde. Mikel mira por la ventanilla del autobús y las indicaciones de la autopista le dicen que está cerca de Poitiers. En poco más de seis horas llegará a casa, de donde salió el martes por la noche. Habrán sido 3.000 kilómetros por carretera. Y quizá el cuerpo se resienta, pero él no lo nota. Mira a sus compañeros de viaje. Tampoco a ellos les está haciendo mella la paliza. Si escucha, oye voces afónicas, pero alegres; si mira, ve rostros cansados, pero satisfechos. Si cierra los ojos y se deja empapar por el ambiente, un pensamiento se impone sobre todos los demás: «Yo estuve en Old Trafford».
Porque Mikel Pastor, periodista de GARA, es uno de los 8.000 aficionados rojiblancos que vivió en directo la noche en la que el Athletic conquistó el Teatro de los Sueños. Uno de los 8.000 afortunados que podrá decir aquello de «Yo estuve en Old Trafford aquella vez que...». Aquella vez que el Athletic deslumbró a Europa. Aquella vez en que el equipo de Marcelo Bielsa ganó seguidores para la causa rojiblanca. Aquella vez en que el descaro de un grupo de chavales, que en algunos casos han superado a duras penas la mayoría de edad, doblegó a un equipo conocido en todos los confines del planeta, un equipo de esos cuyas estrellas venden camisetas por decenas de miles, si no más.
Pero el nueve de marzo de 2012 no solo quedará en el recuerdo por cuestiones futbolísticas. Mikel, junto a los miles de aficionados que arroparon a los suyos tras viajar en autobús, avión o tren; desde Bilbo, Londres, Bermeo o Barcelona, escribió su propio capítulo. En la historia del Athletic, sí, pero también en la del fútbol europeo -donde no se recuerda un desplazamiento de semejante magnitud en una eliminatoria de octavos- y, desde luego, en la de la propia Manchester, que asistió asombrada al desembarco rojiblanco. 8.000 aficionados que tomaron las calles desde primera hora de la mañana. Una invasión pacífica y festiva que provocó que viandantes, camareros o incluso policías pasaran de mirar con recelo a sumergirse en el ambiente. Pocos seguidores han vuelto sin su fotografía con un bobby.
Menos aún, si es que lo ha hecho alguno, se ha quedado sin inmortalizar su experiencia en Old Trafford. O en San Trafford. O en Old Mamés. Porque la hinchada del Athletic convirtió el mítico estadio, que en la noche del jueves el silencio de los aficionados locales amenazó con convertir realmente en un teatro, en una pequeña Catedral. Que rugió como la auténtica antes, durante y después. Muchos no pudieron contener las lágrimas. A Mikel se le eriza el vello cuando lo recuerda. Y lo seguirá haciendo cada vez que recuerde que él también estuvo en Old Trafford.