La sesión de apertura de la 14ª edición de los Campeonatos del Mundo en pista cubierta resultó tan agradecida en sus dos primeras finales como desafortunada en aspectos técnicos. Tanto el pentathlon como el peso masculino dejaron una buena impresión, aunque no se puede decir lo mismo de las carreras de velocidad que soportaron fallos de salida en el Atakoy Arena de Estambul, que incluso pudieron influir en el desarrollo y en la posterior eliminación de algunos atletas.

El primer récord del mundo fue prematuro y coincidió con el primer oro del Mundial gracias al esfuerzo de Natalia Dobrynska que con sus 5.013 puntos acabó con la plusmarca en pentathlon de la rusa Irina Belova cuyos 4.991 puntos cumplieron 20 años el 15 de febrero.

La ucraniana, plata hace dos años en el Mundial de Doha indoor y campeona olímpica de heptathlon en Beijing'2008, tuvo que esperar unos minutos a que se aclararan las cuentas y casi cuando la británica Ennis comenzaba a creerse que repetía título, el marcador dio la razón a Dobrynska. Entonces llegó el habitual abrazo colectivo con el que las chicas de la combinada acostumbran a celebrar el fin del esfuerzo. «No estoy sorprendida. Yo estaba lista para batir el récord desde hace tiempo, pero siempre había algún pequeño fallo que me lo impedía», comentó la nueva plusmarquista.

Dobrynska, de 29 años, se ha cargado de moral para defender su título dentro de cuatro meses en Londres en una prueba de calidad porque en esta sí estaban las mejores. Salvo la rusa Chernova, que apuntaba más alto y quedó quinta, el resto mejoró marcas. Ennis, que pasa del oro a la plata, batió el récord inglés al igual que Austra Skujyte, bronce, el de Lituania.

Fue un buen pentathlon que le supondrá a la ganadora un cheque por valor de 90.000 dólares -unos 68.667,93 euros- porque a los 40.000 dólares destinados a premiar cada medalla de oro hay que añadirle los 50.000 de la plusmarca.

La final masculina de peso, considerada por algunos la mejor en la historia de los Mundiales en sala, deparó un nuevo triunfo estadounidense. Esta vez fue Ryan Whiting, con un tiro de 22 metros, el forzudo de oro por delante del joven alemán David Storl, campeón mundial en Daegu'2011.

Lío en la velocidad

Las pruebas de velocidad no fueron tan tranquilas y problemas atribuidos a la escasa intensidad del pistoletazo de salida y a unos altavoces demasiados bajos, que varios de los participantes tuvieron dificultades para escuchar, pudieron ser la causa de que algunos se durmieran en la salida o fueran víctimas de la tarjeta roja por salidas falsas.

Los 60 metros fueron los más perjudicados, en especial el jamaicano Lerone Clarke, uno de los hombres fuertes de la prueba eliminado en la tercera serie. Tanto Dwain Chambers como Justin Gatlin advirtieron las deficiencias pero consiguieron adaptarse a unas circunstancias en las que algunos solo oyeron el eco y otros el disparo, como Ángel David Rodríguez, alias El Pájaro, capaz de ganar la serie que compartía con el jamaicano Nesta Carter que consideró incorrecto que algunos «oigan el disparo antes que otros».

La respuesta de la IAAF no se hizo esperar y fue tajante: «El equipo de salidas falsas ha sido revisado y se ha confirmado que funciona adecuadamente. Todos los atletas compiten en las mismas condiciones y ninguna carrera será repetida».