Crónica | homenaje popular
Los vecinos llevan la verdad de Berrueta al Ayuntamiento que no la quiere ni ver
Mari Carmen Mañas, su viuda, confesó que en estos ocho años nunca pensó que Angel Berrueta iba a ser homenajeado en un sitio tan querido para él como la Plaza del Ayuntamiento de Iruñea. Obviamente no lo hicieron las instituciones, sino los vecinos.
Ramón SOLA
La última muestra institucional de indiferencia hacia el caso de Angel Berrueta fue la moción presentada el mes pasado en el Pleno del Consistorio y rechazada por la mayoría municipal. Solo se reclamaban tres cuestiones que resultan de aplicación automática en otros casos de víctimas de violencia política: verdad, reconocimiento y reparación. Así que la puerta del Ayuntamiento estaba cerrada ayer. En la fachada, además, unos agentes de la Policía española prolongaban un poco más el inacabable hostigamiento a la familia, vigilando y tomando notas del acto.
Pero lo importante no estaba esta vez dentro del edificio, sino en la Plaza, donde cientos de personas acudieron a recordar a Berrueta y denunciar la marginación institucional. Cientos de personas que contuvieron las lágrimas a duras penas cuando Mari Carmen Mañas recordó todo lo que ese sitio significaba para su marido: el recuerdo de momentos festivos juveniles, la cercanía de su casa natal en la calle Nabarreria, el escenario de carreras ante los gigantes y kilikis con sus cuatro hijos... Aitor, Aitziber, Enekoitz e Imanol subieron al estrado acompañando a su madre.
En una emotiva carta, José Miguel Olza, ex compañero de Berrueta en Gurasoak, explicó a Angel que «puedes estar tranquilo, tienen a su ama en palmitas. Y Mari Carmen es un ejemplo de entereza». Eso sí, deseó que en la carta del año que viene «podamos contarte que este pueblo ya se ha liberado y que todos sus hijos están en casa». Otra madre de Gurasoak evocó la capacidad de trabajo de Angel y de Mari Carmen, «incansables», remontándose sobre todo a aquellos años 90 que resultaron terribles para la juventud de Iruñerria, con detenciones por docenas. «Vosotros apoyabais a vuestros hijos y a los demás. Eras un hombre bueno, Angel».
Berrueta andaba afanado aquellos días de 2004 en preparar una cena del grupo, hasta que llegó aquel trágico mediodía de sábado «que nos heló el alma». Y luego, las cargas policiales, las agresiones gratuitas a la familia, el alegato fiscal que rebajaba lo ocurrido a una «riña de vecinos», el ataque a la placa colocada por los vecinos en la calle Martin Azpilkueta...
Como para aplacar la rabia, el violín sonó en el Plaza del Ayuntamiento, donde los vecinos de Donibane entonaron también dos canciones muy especiales: ``Xalbadorren heriotza'' y ``Txori txori''. Hubo también dantzas y bertsos. Y varias alusiones en recuerdo a Kontxi Sanchiz, que murió un día después en Hernani en una manifestación de protesta por lo ocurrido en Iruñea, tras cargar la Ertzaintza.
«Ser cada vez más»
Antes de comenzar el acto, dos hombres de cierta edad se pararon ante el retrato de Angel Berrueta que se había colocado en el escenario. «¿Sabes quién es?», preguntó uno. «Ni idea», contestó el otro. Todo un reflejo de lo que la amnesia institucional puede provocar.
La familia lo sabe bien, y por eso Mari Carmen Mañas agradeció especialmente que «no queráis que el nombre de Angel se olvide». Citó el acto celebrado hace seis años en el Pabellón Anaitasuna, y lo contrastó con la actitud de los grupos políticos que todavía hoy día «no saben estar a la altura ante tres palabras tan sencillas pero tan grandes: verdad, reconocimiento y reparación».
La plataforma Angel Gogoan desarrolló esta idea. Considera aún más incomprensible a la actitud oficial en un momento en que «vivimos tiempos de cambio y resolución» en los que «no hay excusas» para seguir marginando a unas víctimas respecto a otras. Y también apunta que resulta especialmente grave cuando la muerte de Berrueta fue el resultado directo de la tensión social creada por el Gobierno del PP y sus intereses.
Los dos jóvenes se preguntaron por qué todavía hoy no quieren asumir realidades como la de Angel Berrueta. Y se respondieron a sí mismos que lo hacen para evitar aceptar que aquí existe un conflicto, con dos partes, y que es político. «Les falta voluntad y humildad», indicaron, antes de añadir que seguir potenciando un esquema «de vencedores y vencidos» resulta «a todas luces arrogante e irresponsable».
Olza, compañero y amigo de Berrueta, añadió en su carta que «las cosas no han cambiado, pero sí se han clarificado, y eso supone de por sí un gran avance». Dijo que hoy hay dos opciones: «la que trabaja para que en este pueblo exista una igualdad de condiciones y la que se siente muy cómoda en esta situación. Tenemos que trabajar con todas las energías para que los primeros seamos cada vez más».